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LA IGLESIA CATÓLICA Y EL MUNDO DE LA FAMILIA Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: «Y se difo Dios: no es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda seme¡ante a él... Por eso defará el hombre a su padKe y a su madre y se adherirá a su mu– fer; y vendrán a ser los dos una sola carne» (Gen 2, 18; 2, 24). El hombre se encuentra esencialmente polarizado a otro ser personal. Pero esta nece– sidad de trascenderse, de proyectarse en la alteridad no es una exigencia, exclusiva ni principalmente, sexual. La unión sexual solamente puede re– flejar la semejanza natural y sobrenatural con Dios, en la medida en que sirve de vehículo transmisor del amor comunicativo, de donación y en– trega. El instinto solamente realiza actos de acoplamiento y de satisfac– ción sensorial, pero no se trasciende a la «alteridad». Por eso no puede reflejar la comunicación de las tres divinas personas, prototipo de toda polarización de la persona humana a su alteridad. «El varón y la mujer son imagen de Dios por su espiritualidad; acaso habría que decir, que lo son, de manera muy particular, vor el modo cómo su sexualidad carac– ter,iza su espiritualidad» (8). La Sagrada Escritura designa muy respetuosamente la unión matrimo– nial como el acto de «conocerse». «llacerse una sola carne» y «conocerse» son expresiones sinónimas del conocimiento amoroso y fecundo que im– plica el acto matrimonial. Por eso, en el lenguaje bíblico, varón significa «pensamiento de Dios» y mujer quiere decir «amada y formada» por el amor divino. Por eso también Jesucristo es el hombre perfecto y María la mujer perfecta y la expresión tangible de la misericordia y del amor de Dios. El sexo es un instrumento de comunicación fecunda y amorosa, pero solamente en la medida en que está al servicio de la entrega perso– nal y de la fusión del espíritu. Por eso, la «virginidad» cristiana es fun– damentalmente fecunda, porque canaliza el amor sin el intermediario del sexo (9). El sexo conduce al «eros» y éste en el redimido debe tradu– cirse en la «agape», es decir, en la caridad de Cristo. 2.2. El matrimonio corno sacramento. La unión matrimonial entre cristianos es un sacramento, una realidad sobrenatural, expresada en un signo sensible, que les configura a Cristo. El texto clásico que describe esta configuración se lo debemos a SAN PABLO:. «Las casadas estén sufetas a sus maridos como al Señor; porque el ma– rido es cabeza de la mu¡er, como Cristo es cabeza de la Iglesia, y salvador 1095

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