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ENCICLOPEDIA DEL MUNDO CATÓLICO una moral natural. La moral familiar cristiarw no es rruís que la moral natural reasumida por la Iglesia de Cristo, llevada a su rruís alto grado de pureza y colocada bajo la garantía positiva de Dios. Por eso el estudio de la familia está muy en su lugar en unas lecciones de Derecho natu– ral... » (3). En cambio, HXRING, que concibe la moral matrimonial como «la realización del amor al prójimo en la vida presente», previene «ante el peligro de una perniciosa separación entre la moral y la religión». Frente a este peligro «es necesario mostrar constantemente la unidad que hay entre el orden de la creación y el orden de la salvación, presentando a ambos bajo su aspecto religioso esencial» (4). Tan errónea sería, por con– siguiente, la visión exclusivamente naturalista como el olvido total de la dimensión natural del matrimonio. Se trata de consideraciones complemen– tarias. l. EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA A LA LUZ DEL DERECHO NATURAL. 1.1. El matrimonio. La consideración puramente racional nos permite conocer el origen, la naturaleza, los fines, las propiedades, las condiciones y los derechos y obli– gaciones del matrimonio y de la familia. Toda esta doctrina se compendia en el Derecho natural. a) El origen del matrimonio viene determinado por la fuerza impul– siva a la unión del hombre y de la mujer, que radica en la diversidad de los sexos. Es una inclinación natural que trasciende a lo puramente ins– tintivo, porque la persona humana supera también a lo puramente animal. El amor humano trasciende al sexo. Supuesta la naturaleza psico-somática de la persona humana el amor es, simultáneamente, espiritual y corporal. En el hombre se compenetran la vertiente espiritual y la animal; esto hace que su inclinación hacia el prójin10 polarice un amor de calidad diversa de lo puramente instintivo. La característica esencial de este amor es su carácter trascendente y, por lo mismo, creador. El amor matrimonial, por ser humano, se proyecta sobre los límites de la individualidad y se prolonga en la descendencia. Como hace notar MESSNER, «puesto que el amor, mientras sea un amor dvo, nos hace siempre clarividentes para lo más profundo y lo rruís puro en la persona del otro y quiere que se con– vierta en 71lena realidad. Y el amor en el otro responde a este llamamiento, mediante el desarrollo siempre ilimitado, el crecimiento y la maduración 1090

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