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LA IGLESIA CATÓLICA Y EL MUNDO DE LA FAMIUA. lación existente entre las cuestiones de política social y de economía social, están convencidos de que la economía planificada de la vivienda, no solo no es ningún medio apropiado de política social de la vivienda, sino todo lo contrario, que más bien el único camino para salir de la escasez normal de viviendas y de los inconvenientes a ella ligados es la inclusión de la economía de la vivienda en la economía general del mercado» (21). c) La política de la vivienda debe actuar sobre los dos obstáculos que dificultan la producción: la disponibilidad de capital y la disponibilidad de terrenos de construcción. La iniciativa privada choca con la escasez de capital, porque éste se orienta a la rentabilidad. Por causas múltiples, la técnica de la construcción resulta excesivamente costosa para poder pagar los elevados intereses del sector industrial o de servicios. El mate– rial de construcción suele, a su vez, estar en manos de empresas de ca– rácter monopolístico, lo que encarece más la construcción. Y los terrenos han sido objeto de especulación por parte de los propietarios, ante la rá– pida extensión de los centros urbanos. Estas circunstancias requieren me– didas poiíticas orientadas a favorecer la inversión en el ramo de la cons– trucción, a fomentar el ahorro destinado a la adquisición de vivienda y a facilitar créditos abundantes y baratos. Para el logro de esos objetivos deben utilizarse los medios de política fiscal y medidas coherentes con .el mercado de competición para las empresas productoras de materiales de construcción, disminuyendo las barreras aduaneras, y fomentando la in– vestigación de métodos de construcción más económicos. Las medidas de contención de la especulación de los terrenos presentan mayor dificultad. El impuesto sobre el valor, establecido en algunos países, no parece haber sido un instrumento eficaz ni justo. Acaso la reforma de la infraestructura y el aumento de los servicios públicos, sobre todo del transporte, pudieran evitar el aglomeramiento de los centros urbanos y la especulación de los terrenos. C) La familia como comunidad económica.-La familia tradicional se caracterizaba por ser una unidad de producción y de consumo. En la actualidad, la familia es solamente una «unidad de consumo». Con ello quiere, simplemente, indicarse que el hogar ya no es el centro de trabajo y de producción de bienes comerciales. La familia moderna se abastece de los bienes y servicios necesarios en el mercado. Para ello dispone de unos ingresos, más o menos cuantiosos, pero siempre limitados, que ob– tiene a cambio de la prestación de un trabajo o de unos servicios fuera de la familia. La familia se encuentra así con unos recursos limitados frente 1107

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