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LA IGLESIA CATÓLICA Y EL MUNDO DE LA FAMILIA suyo y en presencia de dos testigos. Se determinan las condiciones que salvaguardan la validez del consentimiento: defecto del uso de razón, falta de discernimiento, error sustancial, ficción o simulación, violencia o miedo grave y condición «sine qua non». Otras leyes se relacionan con la vida matrimonial estableciendo normas previsoras para posibles situa– ciones de los cónyuges después del matrimonio: convalidación del ma– trimonio, normas sobre los derechos de los esposos, sobre la vida común y sobre los hijos, declaración de nulidad, separación temporal o perpetua de los cónyuges y de las causas determinantes. 2.5. La teología de. la familia. Según HoFFENER, «la teología del matrimonio ha hecho, en las últimas décadas, consoladores progresos. La teología de la familia, en cambio, está en sus comienzos. Por lo demás, es perfectamente comprensible el hecho de que la teología se haya ocupado, en primer lugar, clel matrimonio. En clefinitiva, solamente el matrimonio es un sacramento y no la familia» (17). En la actualidad, solamente existen tentativas aisladas para interpretar la familia cristiana partiendo del prototipo de toda familia: la familia de la Santísima Trinidad, donde se dan las primeras relaciones de Padre e Hijo y de la familia de Nazareth, donde se actualiza el misterio de la Redención. A través de la obra redentora, Jesucristo funda una nueva fa– milia espiritual y se constituye en principio generador: «Mas a cuantos le recibieron dióles poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre; que no de la sangre, ni ele la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos» (In 1, 12-14). No so– lamente por la creación son los hombres una imagen de Dios, sino, sobre todo, por la encarnación del Verbo, que ha hecho posible la filiación divina del hombre. Jesucristo aparece corno el principio paterno y la Igle– sia como el principio materno. De este pacto santo nacen los nuevos hijos de Dios y herederos del delo. Y en el seno de la Iglesia son nutridos, con– servados y salvados. Porque cuantos han siclo bautizados en Cristo y en su Iglesia, varón o hembra, judío o gentil, siervo o libre, son miembros de la familia de Dios (Gal 3, 28). LumvIG BERG comenta: «Aquí tenernos una estrecha analogía entre la familia «natural» y «sobrenatural». El concepto de la farnilia natural puede ser descrito partiendo de la farnilia sobreruz– tural y viceversa. Así aparece la f arnilia natural, santa, legítima y norma– tiva. Se confirma y fortalece por la relación al Verbo, a su encarnación 1101

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