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ENCICLOPEDIA DEL .\fUNDO CATÓLICA) mento del matrimonio... El amor conyugal auténtico es .asumido por el amor divino y se rige y enriquece por la vittud redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia ... » (10). Del mismo modo se expresa la en– cíclica Castí Connubii (núm. 38-43). d) Es una comunidad de amor, exactamente como la unión de Cristo con su Iglesia. «El Señor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo por el don especial de la gracia y la caridad» (11). En realidad, ,es una participación de aquel amor con que Cristo «amó a la Iglesia y se entregó por ella» (Ef 5, 25). Por eso debe ser también un amor indivisible, irrevocable, sacrificado, generoso y sumiso. La indivisibilidad de este amor fundamenta la unidad matrimonial que debe ir acompañada de una fi– delidad perpetua. «Que la mu¡er no se separe del marido ... Ni tampoco el marido repudie a su mujer» (I. Cor 7, 11; Me 10, 11; Le 16, 18). «Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre» (Mt 19, 3-9). La fideli– dad de Cristo a su Iglesia no conoce excepción; su unión es eterna e irre– versible. El matrimonio cristiano que quiera reflejar esa alianza amorosa y savífica de Cristo y su Iglesia, tiene que ajustarse a las mismas exi– gencias del amor de Cristo. Y, como el amor de Cristo, tiene que ser igualmente generoso y fecundo. La generosidad se muestra en el espíritu ,de sacrificio y en la donación de sí mismo, condiciones indispensables de la perfección espiritual. Y como todo bien es comunicativo, el amor ma– trimonial verdaderamente cristiano debe estar al servicio de la vida, coo– perando con Dios a la propagación del género humano y a la extensión oel Cuerpo místico de Cristo: «Por tanto, el auténtico ejercicio del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar, que nace de aquél, sin ,dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los es– posos para cooperar valerosamente en el amor del Creador y Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia». El -ejercicio del amor conyugal supone la responsabilidad parental que «de carmín acuerdo y propósito se formarán un juicio recto, atendiendo tanto ,al fin 11ropio como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, dis– cerniendo las circunstancias del momento y del estado de vida, tanto ma– teriales como espirituales, y, finalmente, teniendo encuenta el fin de su propia familia, de la sociedad y de la Iglesia» (12). Las exigencias éticas de este amor son la fidelidad, que excluye todo .adulterio, el respeto a la vida humana una vez engendrada y la delicadeza y castidad conyugal, «ya que los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí, son honestos y dignos, y ejecutados de ma- 1098

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