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LA IGLESIA CATÓLICA Y EL MUNDO DE LA FAMILIA Dios con el pueblo elegido y la «nueva alianza» de Cristo con la huma– nidad se expresen en términos matrimoniales. IsAÍAs, refiriéndose a la ido– latría del pueblo de Israel dice: «¿Dónde está el libelo de repudio de vuestra madre, por el cual la he repudiado Yo?... Por vuestros crímenes fuísteis vendidos, y por vuestros pecados fue repudiada vuestra madre» (Is 50, 1). Expresiones similares reflejan las relaciones de Dios con el pueblo escogido (Os 2; Jer 3, 6-13; Ez 16 y 23; Is 54). Y el Cantar de los Cantares revela igualmente las relaciones entre el creyente y Dios. Tam– bién en el Nuevo Testamento la unión de Cristo con la humanidad, la «nueva alianza» se expresa en el mismo lenguaje: «Los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban. Vienen, pues, y le dicen: ¿por qué ayunando los clíscí¡mlos de Juan y los de los fariseos, tus discípulos no ayunan? Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los compañeros del esposo ayunar mientras está con ellos el esposo? Mientras tienen con ellos al esposo no pueden ayu– nar. Pero días vendrán en que les arrebatarán al esposo; entonces ayuna– rán» (Aic 2, 18-21). Expresiones parecidas se leen en Jn 2, 28-30; Mt 9, Z.5; 22, l; 25, l; Le 5, 34-35; Jn 3, 29; 2 Cor 11, 2. Y el libro del Apocalipsis presenta el final de los tiempos, como un encuentro de la Iglesia «ataviada como una esposa que se engalana para su esposo» (Apoc 2.1, 2). c) Comunidad de santificación.-Así como el pacto de Dios con el pueblo elegido y el de Cristo con la humanidad era una alianza salvífica y redentora, la unión matrimonial entre los cristianos es igualmente san– tificante. Dios no tiene necesidad de pactar con el hombre. Pero, cuando Dios compromete su palabra, no le puede ocurrir al hombre nada fatal– mente irreparable. I,a fidelidad de Dios es inquebrantable. Jesucristo asu– me la naturaleza humana para redimirla y para salvar al hombre. A través de su Iglesia la humanidad está «fundamentalmente salvada». Porque puede hacerse partícipe de la reconciliación entre Dios y el hombre que Cristo mereció con su pasión y muerte. La actualización de esa obra re– dentora de Cristo se comunica a los esposos a través del sacramento del matrimonio por la participación en las bodas del Cordero, es decir, por el «pacto», por la «alianza» de Cristo con su Iglesia. Esta alianza es fuente de salvación, de gracia y de santificación. «Cristo, Señor nuestro, bendi¡o abundantemente este amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que está formado a semejanza de su unión con la Iglesia. Porque así como Dios antiguamente se adelantó a unirse con su pueblo JJOr una alianza de amor y fidelidad, así el Salvador de los hombres y Esposo ele la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacra- 1097

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