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ENCICLOFEDIA DEL MUNDO CATÓLICO de su cuerpo. Y como la Iglesia está sufeta a Crí.sto, así las mujeres a sus maridos en todo. Vosotros, los maridos, amad a vuestras muferes, como Cristo amó a su Iglesia y se entregó a ella para santificarla, purificándola mediante el lavado del agua con la palabra, a fin de presentársela a Sí gloriosa, sin mancha o arruga o cosa semejante, sino santa e intachable. Los maridos dehen amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mi.smo se ama, y nadie aborrece famás su propill carne, sino que la alimenta y la abriga como Cristo a su Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su rrwdre y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne" (Ef 6, 21-2:3). El carácter sacramental del matrimonio cristiano está confirmado copio– samente por el magisterio de la Iglesia, como puede verse en la encíclica Casti Conubíi (núm. ,'5 y sgs. 21-23) y en ('l decreto Gaudíum et S¡Jes (núm. 48). a) Carácter comunitario, permanente y santificante del sacramento del matrimonio.-Hay sacramentos ordenados a la santificación individual o a la santificación del pueblo de Dios. El sacramento del matrimonio santifica la comunidad conyugal y no los cónyuges por separado. Todo sacramento confiere aquello que significa. Pero hay algunos que confieren una nueva modalidad del ser, como el bautismo, la confirmación o el orden sagrado, de modo permanente e indeleble. Otros, en cambio, se ajustan a la condición histórica del hombre y pueden repetirse según la necesi– dad. Así tenernos el sacramento de la Eucaristía o el de la Penitencia. El sacramento del matrimonio ocupa un lugar medio: no confiere un carác– ter indeleble. pero tampoco puede repetirse mientras viva uno de los cón– yuges. No es un sacramento ele «muertos»; supone la gracia santificante y confiere una más abundante participación de la plenitud de Cristo en una faceta especial. Por eso, el sacramento clel matrimonio solamente con– fiere su efecto cuando los contrayentes recobran la gracia santificante por la penitencia. Además, los contrayentes que se acercan al altar para con– ferirse a sí mismos el sacramento del matrimonio, en pecado mortal, come– ten un grave sacrilegio. El sacerdote no administra el sacramento del ma– trimonio, sino solamente actúa de testigo calificado. Los verdaderos dis– pensadores de la gracia sacramental son los contrayentes. b) Configuración con la unión Cristo-Iglesia.-EI sacramento del matrimonio santifica propiamente el vínculo matrimonial y, por consi– guiente, refleja la unión de Cristo con su Iglesia. No tiene nada de ex– traño que el matrimonio tenga carácter de «pacto» y que el «pacto» de 1096

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