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'""•··········································••·•···········•············MlSIONl(S .• PARROQUIAI,liS................................................................... ~,'<1 y orgánico, de las Misiones Parroquiales. Plan, en que forzosamente hay que estu– diar y realizar estas cuatro fases : l.ª Investigación, anteced~nte de la acción Misio– nera, sobre el lugar, trémpo y gentes que allí viven. 2.ª Preparación, mediata e in– mediata, de la comunidad cristiana como tal para la empresa de la Santa Misión y su penetración hasta en los grupos mismos alejados de la fe. 3.ª Jornada Misio– nera o Misión propiamente dicha. 4.ª Vivencia y perseverancia del fruto de la Santa Misión, o, dicho en otros términos, la Postmisión. La ampliación de conceptos, de cada una de estas partes, nos haría muy pro– lijos. Lo reservamos como tema de un nuevo trabajo que prometemos, en breve, publicar. Y ahora sólo nos resta hacer una alusión al inciso que encierra el epí– g.afe: "cursos de Misión". ¿QUE SE ENTIENDE POR "CURSOS DE MISIÓN"? Desde luego, que no se deben entender como equivalentes a lecciones de aula o académicas sobre Oratoria o· Misionología, en orden a la especialización de alum– nos selectos en el difícil arte de la predicación sagrada y en el no menos complejo sistema de dar Misiones Parroquiales. Con ser esto muy necesario, tratándose de los que ya se atreven a escalar púlpitos o alardean de saber dar Misiones, hay que pasarlo como muy sabido. La frase en cuestión se ocupa del modo de alcanzar un conocimiento cada vez más auténtico de lo real, en el individuo y en las muchedumbres, con el fin de llegar a fijar y luego conseguir progresivamente, en cada acdón misionera, objetivos más arduos y elevados, mediante una cíclica y bien sistematizada repetición de Mi– siones Parroquiales sobre una misma ciudad, región o diócesis. Establecer periódicamente estos "cursos de Misión" es indispensable para el pue– blo cristiano. Primero, porque sólo la potencia infinita consigue de golpe cuanto quiere, y hace, de repente y de una sola vez, con perfección todas sus obras. Para las causas finitas, como es el hombre, esto no se logra sino mediante repetidos tan– teos, ensayos más o menos venturosos y a· fuerza de tiempo. Segundo, porque la vida de los individuos, como de las colectividades, no es algo estático, sino diná- mico, en continuo vaivén. Se trata de seres libres -y no de piedras-, que evolu– cionan, cambian, mejoran o se pervierten. La vida, en el universo, de c orden que sea, no es quietud, sino actividad, no es parada, sino tránsi desarrollo, progreso o retroceso. Y en este orden evolutivo de la vitali . . .-. -- af~i< .. .. . .. -- ., las Misiones se encuentran con diversidad de problemas, en el tiempo, ' ~)reé:lama.~á,o"';. 0 asimismo distintas tácticas a seguir. Y el acierto viene cifrado en sa ~legir par~f>.? .,,} cada instante aquellos métodos, y no otros, que, como más adaptad "/ ~la psicolo- ··.\\ "'\ gía, lugar y momento, ofrecen mayores garantías de alcanzar la c ~er;rfn ·y per-: /''. ~ 1 -z.\\ ' 7 :':i? ; ,º ·.;, "".: ... :i;-i,. ;: ,_ . . .,:,,-~. -·.•.- i~ "' ,~,\ !· 'P.,!;' .:...tL,,:-~r.~.rJ¡./ ,-. '. ·'' . ...... ~~:,.:·.:. ,.; ~~~- '\:.,\ --:-:'-<~Jt=" .\ \_.:f5~~:f1/"l4 l, J) . ~ _;_.. •..

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