BCCCAP00000000000000000001458

478 l!'R, SlX'l'O M.ª Dl> PESQUfUA, O. 1". M., CAP, ••••••••••••••••••..•••••••••••••••••••••••••·•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••U•••••••u•••..P••..•..•..•••••••••••n••••••••••••••••••••••H••..•••••••••~ •••••••••·••••••· se las puede fijar barreras--, las que lo mismo presentan concursos ·inicuos, como el de la "Gallina blanca" en España, con premio de "millón, casa y coche"; que exhiben las obscenidades y provocaciones a lo ilícito de esos desfiles, televisados, de señoritas-modelos en la elección de "miss", tan corrientes, v. gr., en América, y que están contemplando hasta los niños inocentes ... En varias naciones del extranjero se está dando a estos medios de expresión y de difusión toda la importancia que en sí tienen; y estimo que en España se debe seguir trabajando a mayor ritmo en esta cuestión, por si algún día el momento, his– tórico no fuese tan propicio a los católicos, como es ahora, para el control de la "radio" y la televisión. b) De lo personal a lo institucional. Y, por último, el ápice de las aspiraciones misionales se cifra en "Instaurare onmia in Cftristo". En no cejar en el empeño, de contribuir a que la Iglesia alcance un creciente vitalismo en cada uno de los que son suyos y llegue hasta los que todavía no la pertenecen. Asegurar dentro de la porción cristiana su obra salvadora e introducirla en los sectores humanos en los que todavía no ha penetrado o ha sido suplantada por el mal. El lemit ha de ser: "Misión de todos y Misión ,para todos", lo cual revela que si, en la zona misionada, ha quedado aún en parte de la población --que, en ocasiones, es pequeña, y en otros casos, mayoritaria- sin aprovecharse de la gracia misionera, ni cumple práctica alguna religiosa; la Misión, con sentido pastoral, se inquiete por promover las instituciones pastorales que ase– guren, en lo posible, por una parte, la vitalización y perseverancia de los buenos y, por otra, avive una eficiente inquietud de atraer ·y conquistar a los extraviados. La Misión ha de dotar de un nuevo empuje vital a toda la Pastoral ordinaria; orga– nizarla mediante instituciones eficaces, creándolas donde no existan, y rejuvenecién– dolas allí donde ya estén. No se olvide, además, que la perseverancia -piedra de toqqe de la Misión y el mejor exponente de su verdadero fruto-- es problema mucho más complejo que el de la simple conversión. Y no procede dejar como aisladas, sin sostén, las numero– sas conversiones logradas mediante la Santa Misión; antes es preciso sostenerlas en una atmósfera apropiada, primaveral. Hay que robustecerlas mediante Instituciones pastorales de persllfJerancia, no sólo de aspecto religioso -en la vida no todo es rezar-, sino de temple apostólico y de reciedumbre cristiana para la lucha del vivir cotidiano. Los individuos pasan, las instituciones perm~ecen. Y de este principio se de– duce que tales mstituciones no han de descansar sobre la talla de un solo hom– bre, v. gr., el pjrroco, por m,uy genial que se le considere; ni es oportuno que sean

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz