BCCCAP00000000000000000001458

.............. ······•·········..········································~~~~~~~~...!'.':~.~99.?.!.~~.S.................................................................... 1?.~. En segundo lugar, se defiende, asimismo, que este carisma tiende a iluminar las mentes con doctrina saludable -es el "praedicate Evangelium", hasta mover los corazones y las conciencias- lÓ cual expresa también el texto bíblico en estos tér– minos: "qui crediderit et baptizatos fuerit". .. La palabra de Dios es como espada de dos filos que rinde a todo el que toca. Y de hecho, moviendo es como se logra convertir, apoderarse de los hombres. No es cuestión de simplemente oír al que perora, ni de un mero aceptar especu– lativamente lo que propone; no es suficiente el propósito de reforma de costumbres. ni de retorno a prácticas religiosas algún tanto o totalmente ya olvidadas; antes se demanda una adhesión de fe y de alma a la persona y a la obra de Jesucristo, como expresión de una creencia que salva. Dios toma en esto la iniciativa mediante las reiteradas llamadas de la predicación de los misioneros ; y és el hombre el que escucha y, por fin, se rinde a esas invitaciones. La conversi6-n es, pues, obra de Dios y respuesta del hombre al llamamiento de Dios. En las Misiones, el instrumento capital es el ministerio de la palabra, y cons– tituye una de las formas de la presencia y de la acción del Verbo de Dios sobre las almas. Y siendo esto así, sería oportuno preguntarse si siempre que los labios del Misionero se abren es para ser el eco de un auténtico mensaje de Dios a los corazones. ¿No convendría dotar a los sermones de una mayor concordancia con la verdad revelada y liberarlos, un poco o un mucho, de una erud.ición profana y profanadora y de un aire de tesis en exceso académica? Temas como pecado, muerk e infierno ... ¿se les ha de dejar en su aspecto terrorífico o sería mejor envolverlos en el tinte de anuncio más salvífico, expresado en su formulación positiva y cristo– céntrica: Jesús es quien nos salva de pecado, de la muerte, del infierno... ? 2." El encuentro con el Señor: Por el apostolado de la palabrn a la penitencia v a la Eucaristía. La palabra del Misionero ha de caldear el corazón de los oyentes, como quemaba el alma de los dos, que iban de Jerusalén a Emaús, la extraña brasa de la conver– sación que entabla con ellos el advenedizo peregrino. Aquel diálogo fué el preám– bulo para llegar a reconocerle en la "fracción del pan". De igual modo que el con– vertido por la predicación misionera ha de encontrar más realmente a Cristo por la recepción de los Sacramentos : Penitencia y Eucaristía. Es aquí donde se estrecha mucho más el encuentro del convertido con el Señor. Y aunque no fuera más que por esta forma, inmediatamente práctica, de tl'.ansformar en realidad el "sí" del hombre a la llamada del Señor, sería ya digno de todo encomio este ministerio de las Misiones Parroquiales. Y siendo realmente la C'..onfesión un beneficio extraordinario para las almas que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz