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·······•··•··••·······•·······················..····•··············... ··· 1us10xi,:s...PARROQUIA1,ES .................................................................. :.1?.7. tiana, predicación especial y esfuerzo común de pastores y católicos en constante y permanente tarea de extender el reino de Cristo. La Misión no viene a suplantar nada de cuanto existe ya con este fin, ni los misioneros acuden. para reemplazar a nadie, y, mucho menos, a los responsables ordinarios de la cura de almas. Su cometido se ciñe a ayudar y reforzar. Los encar– gados del apostolado habitual deciden emprender un esfuerzo a fondo, decisivo, que ellos solos difícilmente lograrían efectuar. Y en tale_s coyunturas, reclaman en su apoyo a otros. especializados en la materia, los Misioneros, para trabajar en su compañía y por el logro de los objetivos que se han impuesto. Los llamados acu– den con presteza y denuedo a poner su valía y técnicas al servicio de los fines pre• fijados; y unos y otros, demandantes y demandados, entran en la ejecución de un plan que tiende a asegurar la presencia de la Iglesia, como obra de Dios, en las agrupaciones humana y hasta en los sectores de vida en que, prácticamente, se halla ausente. Esta es la meta común a ganar. Sólo, pues, se interfiere una pequeña diferencia entre la Pastoral ordinaria y las Misiones Parroquiales, y es en lo relativo a la forma de su desarrollo; pero, en modo alguno, en orden al fin ni tampoco al proceso de las técnicas. La primera es lo cotidiano, lo constante de cada día; las segundas ponen en juego ejercicios excep– cionales -los ejercicios privativos de la Misión- y la intervención de un clero especializado y más numeroso en cada caso: el grupo de Misioneros. Y en esto radica su novedad y sus ventajas: ni las desgasta el roce persistente de lo coti– diano, ni logra la rutina clavar su dentellada mortífera en los dirigentes. Antes, siem– pre cuentan con nuevas tácticas a ensayar, mediante la contribución, más o menos cuantitativa, de actos especiales y el ininterrumpido renovamiento de apóstoles que se sustituyen, y que, junto con la eficacia excepcional de la llamada "gracia de la Misión", hace posible enfrentarse con problemas mucho más arduos y amplios que los que puede arremeter la Pastoral ordinaria, y consigue solucionarlos en un lapso de tiempo mucho más reducido y en forma más estable. b) Coordinación más estrecha de todos los sectores de ~stolado. Esto viene a ser cual el brote de nueva flor que se abre sobre el mismo tallo. La gracia de la Misión -y será preciso pensar bien en esto- no es carisma exclu– siva para las personas, ni está todo en que los individuos acudan y se confiesen. Esto es básico, fundáinental. Pero la gracia de la Misión se asemeja y participa de la teleología de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés. Se otorgó, es cierto, a los apóstoles, mas no exclusivamente para su personal acercamiento a Jesucristo, sino que, además, fué dada o conferida para toda la Iglesia. Y, de modo similar, la ·gracia de la Misión ha de ser gracia para los individuos, renovadora de corazones; pero, a la vez, vitaliza~

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