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.~............................................... 1'R••• srx·ro __ M.• __llEi .. P1' SQUF.RA, .. º·... 1,•.. M., ..CAP.................... traciones masivas extraordinarias durante siete, quince o treinta días, como propo– nen algunos. No pueden quedar en mero espectáculo, sin trascendencia ulterior, cual acaece con las muchedumbres de espectadores en las olimpíadas o en las compe– ticiones de campeonatos deportivos: entusiasmo febril, himnos, marchas, trofeos... Pero, la vida de la sociedad en nada se modifica ni altera. La Misión ha de ser mucho más. Es una cala profunda en lo vivo y hasta llegar a lo íntimo. Es la llamada de Dios a su pueblo, en general, y a cada alma, en par– ticular; y la respuesta que debe darse al Señor en todo cuanto disponga u ordene. Es el decir el hombre con decisión : "si", como Saulo, en el camino de Damasco. / La Misión es el encuentro con el Señor. Lo cual supone el buscarle o, al menos, salir a su paso, y estar dispuesto a .ponerse a su servicio. Es todavía más: conversión del corazón. Y esto significa hallar la ruta de la verdad y marchar por ella; esfor– zarse por verse envuelto por la luz, e irradiar claridades que desvanezcan, en los individuos y en el mundo, las sombras del pecado, del error y de la duda. Es llegar a entrar en el plan de Dios y dejarse en sus manos para que El obre, en nosotros y por nosotros, cual instrumentos de salvación, todo lo que quiera para su gloria y en beneficio de nuestros hermanos. Porque la conversión no es total, si el amor a {?ios no impele, asimismo; a amar a los otros hombres y trabajar por su bien. De ahí que las Misiones Parroquiales ni son, ni deben considerarse, como algo esporádico, pasajero, en el plan salvifico del mundo; son partes de un todo orgá– nico, del que jamás deben separarse. Y así, la verdadera Pastoral demanda de las Misiones Parroquiales, como requisitos: a) Su entroncamiento dentro del plan pas– toral. b) Coordinación estrecha con todos los otros sectores de apostolado. c) Un plan de acción pastoral de conjunto. Detengámonos en aclarar cada uno de estos aspectos. a) Su entroncamiento dentro del plan pastoral. Fué así desde el principio. La predicación evangélica constituyó la función pri– mordial de los quehaceres de los Apóstoles. Pero no se detienen ahí. A esta predi– cación que suscita la fe, se suman otras actividades diversas para su desarrollo y cre– cimiento, y también como medios para la organización de la nueva entidad que nacía, la Iglesia. Y estas distintas operaciones no se excluyen, antes, todas se com– pletan. Y gracias a ese "ministerium verbi'' de los apóstoles-predicadores, y al pro– ceder activo de cada cristiano como miembro, y al testimonio viviente de que la comunidad de fieles, como tal, iba dando; la "buena nueva de salud" se fué difun– diendo hasta adueñarse del mundo. Y hoy, la presencia de la Iglesia y su extensión entre las gentes se ajusta a las mismas leyes : estrecha colaboración entre el anuncio evangélico y la vivencia cris-

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