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régimen extraordinario ( el de las Misiones capuchinas), elevó a esta Misión del Caroní al más alto gra– do de prosperidad y bienandan– za» (1). Refiriéndose también a estas Misiones del Caroní escribía el pu– blicista venezolano Olegario Me– neses, en un estudio acerca de la Guayana de Venezuela, publicado en el «Diario Correo de Caracas,,, en 1851: «El sistema de civiliza– ción concebido y llevado a cabo con heróica perseverancia, en el espacio de menos de un siglo, por los Padres Capuchinos Catalanes. había impreso en aquel vasto te– rritorio el tipo de una sociedad que yo no sé si ha existido otra vez y dudo que se pueda renovar en nuestros días». Apreciaciones estas que tienen brillantísima confirmación en aque– llas autorizadas palabras que, re– firiéndose a las Misiones capuchi– nas de Guayana, pronunció el Real Consejo de Indias, en la sesión del 15 de julio de 1791: «La Mesa puede asegurar que las Misiones de los Capuchinos son, tal vez, las más bien servidas y desempeña– das,, (2). Las antiguas Misiones de los Padres Capuchinos llamadas del Ca- roní, o también de Guayana. com– prendían todo el territorio regado por los ríos Caroní y Cuyuní, desde las fronteras del Brasil hasta las márgenes del Orinoco, en una ex– tensión de más de 29.000 kms.2. al este de la provincia de Guayana, a la que pertenece. !.--·PRIMERAS TENTATIVAS No fueron los capuchinos los primeros en desplegar su celo apos– tólico en aquellas lejanas e inhos– pitalarias regiones. Ya otros misio– neros de diferentes Congregaciones habian ensayado penetrar en aque– llas selvas inexploradas, con e1 in– tento de evangelizar a los escasos indios que las poblaban. El franciscano P. Domingo de Santa Agueda, acompañando al Adelantado Antonio de la Hoz Berrío, consiguió penetrar en el país fundando una residencia en la población de Sto. Tomé de Guaya– na, pueblo fundado hacía poco por el mismo Adelantado; pero de los trabajos de este misionero apenas nos quedan noticias de algún in– terés. Exito algo nás lisonjero obtu– vieron los jesuítas. El P. Dionisio Melendo, en 1663, recorrió la Gua– yana por el río Meta, hasta Casa- nare, donde coincidió con el Padre Monteverde; y alguna probabilidad de buen éxito debieron entrever, cuando se decidieron a escribir al Superior de Bogotá, P. Urhina, sobre la conveniencia de fundar una misión en la Guayana. que (1) Viaje a las Regiones Equinoccides del N. Continente. Tom. III, n,íg. -! (París, 1826). (2) .Arclzil>o General de Indias de Sevilla. Estante 141.
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