BCCCAP00000000000000000001457

pleta, hicieron grandes plantaciones de maíz y cazabe, que producían más que suficiente para el con– sumo de indígenas y misioneros, y plantaciones de algodón que aprendieron a hilar las mismas in– dias, con lo que se proveían de vestido y hamacas para su uso y para la venta.· Los indios apren– dieron a beneficiar los cueros y hacerse su calzado y las monturas para sus cabalgaduras; tenían fá– brica de jabón, que surtía toda la región; había en todos los pueblos tejares con sus hornos, donde se cocía la teja y el ladrillo para la fábrica de iglesias y casas ; por eso. todos los escritores turistas que visitaron aquellos lugares nos hablan entusiasmados de las her– mosas construcciones hechas por los misioneros y los indios del Caroní en aquellas apartadas re– giones: «Muchas casas de los in– dios, dice Humboldt, así como la de los Padres, e iglesias son de mampostería y están cubiertas de teja» (24). Todavía hoy se ven restos de aquellas magníficas cons– trucciones en las que fueron flore– cientes misiones del Caroní. Además de los hatos y labran– zas que los indios tenían en común, cada familia poseía sus propias labranzas y. ganados, a cuyo cui– dado dedicaba tres días a la semana, trabajando los otros tres en las labranzas del común, pero solamente por la mañana, durante cuatro horas, percibiendo por este 13 trabajo el jornal señalado. Véase por aquí cómo los misioneros, lejos de explotar a los indios, sólo se preocupaban de su bienestar es– piritual y material y cómo este régimen paternal contribuyó a la prosperidad económica de aquellas misiones que los mismos enemigos de los misioneros se han visto obligados a confesar. Al estallar la guerra de la Independencia, las misiones del Caroní proveyeron de caballos y víveres a ambos ejér– citos contendientes ,prueba de la prosperidad y riqueza que los ca- puchinos catalanes habían sabido crear en• aquel país antes inculto a fuerza de laboriosidad y buen go– bierno. luchando siempre con la desidia y holgazanería proverbiales en los indios y con la dificultad de los transportes y aun contra la hos– tilidad de algunas autoridades ci– viles. El gobernador de Guayanas, don Manuel centurión, en un informe dirigido al rey en 1773 afirma que el número de cabezas de ganado mayor que los capuchinos tenían en la Misión del Caroní ascendía a 145.000 y el de labranzas a 2.728, cifras que nos darán una idea apro– ximada del esfuerzo que el crear toda esta riqueza representa en el espacio de menos de un siglo. Con razón podía decir Humboldt que los pueblos del Caroní, por su agradable aspecto y la regularidad de las construcciones y alineamien– to de las casas. le recordaban el (24) Viaje a las Regiones Equinocciales...• tom. II. pág. 45.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz