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hallaba presente el P. Misionero o su compañero ,si lo tenía» (13). «Todos los días, dice el P. Nicolás de Vich, después de Misa, se toca- ba la campana para el rezado a que asistían todos los indios de ambos sexos ,los cuales se colocaban por orden en la Iglesia, separados los hombres de las mujeres; cantaban con mucha uniformidad las oracio– nes más esenciales del catecismo y luego se retiraban los casados a sus quehaceres, y se quedaba el misionero con los muchachos, ins– truyéndolos minuciosamente en la doctrina, en leer y escribir en cas– tellano» (14). «Por la tarde vol– vían a tocar al rezado, y se congre– gaban las mismas personas; de– cían las mismas oraciones en pre– sencia del Padre ,Y en algunos pue– blos rezaban a la mañana y a fa tarde en el vulgar Pariagoto, para que así adelantasen más en el co– nocimiento de los misterios de nuestra santa Fe católica» (15). Con frecuencia celebraban tam– bién fiestas extraordinarias, para lo que poseían ornamentos y vasos sagrados preciosos. En todos los pueblos había su coro de músicos y en la mayor parte armonio. Ade– más, todos los días, después del Rosario, se cantaba la Salve y el Santo Dios, los sábados, el Rosario y las Letanías y los domi··-~os, la 9 Santa Misa con instrumentos (16). Pero los misioneros no se con– cretaron a dar a sus indios una sólida instrucción religiosa, base ciertamente de toda obra de civili– zación, sino que les instruían tam– bién en toda clase de artes y ofi– cios propios de pueblos civilizados: es decir, que, al mismo tiempo que hacían fíeles de la Iglesia católica, formaban ciudadanos para la Pa– tria. «Los indios, dice en su in– forme el gobernador Diguja Vi– llagómez, están muy bien instruí– dos en la doctrina cristiana y bas– tantemente inteligentes en el idio– ma castellano; muchos de ellos impuestos en la música a que con arreglo tocan varios instrumentos con habilidad más que de in– dios» (17). Los misioneros enseñaban a los indios toda clase de oficios útiles y en la misión había tejedores, albañiles, carpinteros, zapateros. herreros ; de manera que los indios llegaban a bastarse a si mismos siendo esto la base de la pros– peridad económica que en poco tiempo llegaron a alcanzar y que excitó la envidia y codicia de go– bernadores y encomenderos. Todos estos resultados que, a primera vista ,parecen tan fáciles, exigían de los misioneros grandes sacrificios. En primer lugar, se (1~) P. RmNEGRO, Documentos... , pág. 83-85. ~-•"/ Flora Oratoria, tom. IV, pág. 517. (15) P. RmNEGRO, Documentos... , l. c. (16) V. P. LoDAREs, o. c. tom. II, pág. 308. (17) P. LonAREs, tom. II, pág. 232.

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