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DOS TEÓLOGOS FRANCISCANOS DEL SIGLO XVI. •. 377 Porque en la realización de nuestro destino eterno se requiere esencial– mente una determinación libre de la voluntad divina. Y esto es un dato incontrolable a la razón humana, puesto que liga la realidad del fin del hombre a una causa que excede a toda fuerza natural y queda más allá de toda exigencia. Pues Dios no se condiciona por las creaturas. En esta relación a Dios, en cuanto que se determina libremente a realizar en un ser intelectual perfecciones que éste no puede exigir, consiste la primera captación del campo de lo sobrenatural. Y sin salir de esta trayectoria se puede llegar en la teología de Escoto al carácter esencialmente sobrenatu– ral del contacto inmediato entre nuestras potencias y el objeto divino que envuelve siempre una realización activa y libre de su perfección en la creatura (15). Pero si el intento de aclarar el misterio esencial humano no puede dar en una explicación completa sin introducirse -como parece acontecer aquí- en los límites del sobrenatural, continúa firme un grave problema: la metafísica del hombre, prescindiendo del alcance natural de su potencia cognoscitiva, compromete seriamente la gratuidad y trascendencia del sobrenatural. Porque parece indudable que el hombre tiene que ser expli– cable naturalmente, aunque sólo sea de parte de Dios. Y una inclinación natural no tiene explicación sin su término. El sobrenatural tendrá que ser. Y, por eso mismo, deja de ser sobrenatural. Tal es el punto extremo a que llevó Cayetano la dificultad de la doctrina escotista. Un momento dramático, podríamos decir, que para muchos pareció ser el golpe de gracia (16). Nótese, sin embargo, que este modo de llevar la dificultad hasta un último extremo se encuentra en desequilibrio evidente ante la manera tan poco segura que tuvo el mismo Cayetano de solucionar la prueba más aguda y metafísica del apetito innato: Si la visión beatífica es perfección auténtica del alma humana o de cualquier otra creatura intelectual, es porque queda dentro de su tendencia a la perfección (17). a la cuestión en sus dos comentarios a las Sentencias : En Ox. 4, dist. 49, q. 8, dice : "Videtur tamen mihi quod per rationem naturalem potest probari, sublata imper– fectione status istius quoad cógnitionem..." En Report. Parisiens., ib., parece más moderado todavía: "... potest probari sic, et est ratio satis probabilis." Cfr. tam– bién ALFARO, a. c., p. 74, especialmente la nota 167. (15) Cfr. BETT0NI, l. c., pp. 56-57. Nótese también el testimonio de Gn.soN, o. c., p. 39: "Par un approfondissement progressif Duns Scot vient d'aj outer a la surna– turalité de la cause de la connai,ssance, celle de son objet meme." (16) Cfr. Ar.FARO, o. c., pp. 128-129, 114-115. (17) Cfr. íd., ibid., pp. 105-109.

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