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DOS TEÓLOGOS FRANCISCANOS DEL SIGLO XVI. .. 421 pronuncia con bastante precisión sobre el alcance de nuestra posibilidad de conocer en absoluto el apetito natural de la naturaleza en cuanto inclinada a la visión beatífica. Y su argumento tomado de la necesidad conque se tiende al sumo bien cuando éste se manifiesta, no deja de ser importante. Los puntos fundamentales continúan los mismos: 1) Apetito natural pasivo a la visión beatífica (y fruición inmediata), 2) que se confunde con la naturaleza de la misma voluntad (y enten- dimiento). 3) Es necesario, sumo, a la beatitud en particular; 4) no es en vano, por estar sometido a la voluntad divina. 5) Su correspondencia en el apetito elícito necesariamente tiene que contar con la voluntad de Dios para que la libertad humana sea recta en su tendencia. Rada testimonia, pues, una persisten~ia de las ideas tradicionales esco– tistas que podría parecer un anquilosamiento extraño en tiempos tan agi– tados también para el campo teológico. Más raro aún parecería que la dificultad profunda de apetito natural que pudiera quedar sin cumpli– miento, no se afronte por parte de los teólogos escotistas con más clari– dad y decisión. No creemos que la explicación esté simplemente en un aferramiento, exagerado y reprensible, a posiciones tradicionales de siste– ma que costaría dejar. Ni nos interesa ahora determinar hasta qué punto se funda en la consistencia del mismo sistema. Sólo advertimos que, mientras la terminología escotista parta de que el apetito o inclinación natural es igual a potencia pasiva natural, y de que en la relación de potencia pasiva a forma perfectiva no se da sobrenaturalidad, es total– mente racional sostener, bajo pena de quitar a las perfecciones sobrena– tunlles toda razón de conveniencia, que la naturaleza intelectual dice inclinación natural a las mismas. Esto equivale, para los adversarios del apetito natural, a privar de toda sobrenaturalidad y gratuidad a esas per– fecciones, desde el momento en que la naturalidad incluye necesidad. Para los escotistas no existe esa conexión, que se rompe en la misma condi– ción del agente sobrenatural. Las dificultades del apetito natural adquieren, por tanto, su fuerza mayor en otro sistema de pensamiento, siendo consiguientemente expli– cable que encuentren dificultad para entrar en pugna directa con las ideas escotistas. P. BERNARDINO DE ARMELLADA, O. F. M. Cap. Colegio de Teología. León.

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