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384 REVISTA ESPAÑOLA DE TEOLOGÍA.-Bernardino de Armellada ción (36), la aptitud o capacidad de la naturaleza respecto del último fin y de todas las perfecciones sobrenaturales será una relación de la naturaleza humana respecto de esas formas. Otra nota, en la que Liqueto insistirá más veces, es la incognoscibilidad de esa potencia pasiva. No olvidemos que a él, por el momento, lo que más le interesa es probar la necesidad de la revelación. En su afán por cortar toda escapatoria afirma que la dicha aptitud natural respecto del fin último es incognoscible naturalmente, aun para el ángel y el alma separada, en cuanto que es potencia realmente ordenada a su termino. Pues, aun supuesto, dice, que el hombre -y lo mismo el ángel o el alma separada- se conozca a sí mismo perfectísima– mente, no se sigue todavía que conozca perfectísimamente su dependencia de Dios en cuanto fin. Porque ninguna relación puede conocerseperfec– tamente si no se conoce antes el término. Y Dios, bajo la razón de deidad, no puede ser conocido perfectamente (37). No deja de presentar dificultad el razonamiento de que esa relación, por el mismo hecho de su identidad real con la naturaleza, debería cono– cerse simultáneamente con esta última. Pero Liqueto acude a la distinción formal entre la rnlación y su fundamento -que en el caso es la naturale– za- para que pueda haber lugar a una separación en el conocimiento de las dos formalidades (38). Consideremos ahora esta potencia en cuanto que es apetito natural o inclinación del hombre a su fin último. Respecto de este apetito advierte Liqueto: 1) No se distingue realmente de la naturaleza en que se encuen– tra. 2) Es inclinación a la perfección suma y particular, no a algo abstrae- modo quia e<St in agente supernaturali; secundo qnia est ab agente supp'lente vicem objecti supcrnaturalis. Et si ista duo possent separari essct manifesta distinctio su– pernaturalitatis. lb. (36) Natura humana et potcntia sive aptitudo ad aliquid ,sunt una res realiter; et per conscquens cognoscens naturaliter naturam humanam naturaliter cognoscit aptitudinem illius. Et cum omnis aptitudo sit formaliter relatio, seqnitur quod cog– noscit terminum ad quem est. lb., fol. 3d. (37) Dico ergo quod pasito quocl homo cognoscat seipsum distinctissirne et simi– lite,r angelu, et anima, adhuc non sequitur quod cognoscat distinctissime dependen– tiam qua dependet ad Deum... Et tota ratio stat in hoc, quia: nulla re1atio potes,t distincte cognosci 1üsi praecognito termino... Modo Deus suh ratione dcitatis non potest distincte cognosci. Ergo nec relatio terminata ad ipsum. lb., fol. 4b. (38) Et cnm dicitur quod talis relatio ,est ídem realiter cum tali natura et pcr consequens cognoscens naturam cognoscit etiam relationem, negat omnia: quia suf– fkit ut distiguatur formaliter. Et sic talis relatio formaliter clistinguitur a fun– damento ut patet a Doctore in 2, dist. l. lb.
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