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25<6 REVISTA ESPAÑOLA DE TEOLOGIA. - B. de Armellada, O. F. M. Cap. bles (p. 18). Y ante la preocupación cada día más viva del protestantismo por las cuestiones de Escritura y Tradición se cree justamente L. en el deber de presentarles claramente la contribución católica, que, bien enten– dida, ipuede resultar muy orientadora en los problemas que hoy día tiene sin resolver satisfactoriamente la teología protestante (p. 20). El capítulo II ("Parádosis" -transmisión o tradición-- en el Nuevo Testamento) es cardinal para todo el estudio: Cristo es el obj,eto. y porta,.. d,0r definitivo de la parádosis divina a los hombres: una tradición o entrega que se realiza en las palabras de su doctrina y en 7,a, presencia de su espí– ritu. Lo que Cristo verifica de una vez ipara siempre y para todos, llega a los hombres por la "parádosis apostólica", que, en conexión verbal y real– espiritual con la "parádosis" del ,Señor, va cristalizando en fórmulas es– tereotipadas (kerygma), que tendrán valor normativo en la predicación y en las profesiones de fe, siempre dentro de la experiene.ia existencial de· Cristo que conservará la Iglesia (pp. 21-70). El capítulo III lleva de epígrafe: El canon del Nuevo Testamento... ¿una obra de la tradición? Todo lo dicho en el capítulo anterior se puede considerar patrimonio común del cristianismo. También comprueban to– dos históricamente cómo la pará.dosis apostólica se hizo escrifam y cómo los distintos escritos apostólicos vinieron a formar el canon. Es sobre la significación de este último suceso donde empieza la divergencia entre ca– tólicos y protestantes y de los mismos protestantes entre sí. La falta de claridad en esta cuestión es considerada por Strathmann como "la enfer– medad latente del protestantismo," (rp. 72). Es un hecho que el canon se forma en la Iglesia y que la Iglesia es quien va definiendo sus límites. Ahora bien, admitir el carácter absoluto, y definitivo del canon será igual a dar valor ahsoluto a una decisión o pos– tura eclesiástica, a la tradición. Y e.'lto significa para los hermanos sepa– rados hacerse radicalmente católicos (pp. 73-80). ¡Por eso se ven precisados en general a considerar el límite del canon como algo fluctuante. Y toda regla de canonieidad habrá que buscarla en el mismo contenido de los libros "urgiendo a Cristo -o al tema de la justi– ficación-• contra la Escritura" (Y]arth, Diem, Kümm•el...), o haciendo del canon una cuestión de her:rnenéutica ( Ebeling), o admitiendo valor nor– mativo a la tradición únicamente hasta que se fijó el canon (Cullmann). Tal postura protestante está minada en su base, ya que teóricamente cual– quiera ipodrá discutir la canonicidad de un libro o de una sentencia según la norma que él entienda debe tomar (pp. 81-104). La concepción católica, por el contrario, evita esa inseguridad al mism0; tiempo que la opresión de la Escritura por la tradición, que tanto temen los protestantes. L. se extiende en la exposición del rpunto de vista cató– lico sobre la Escritura, el canon y la tradición. Hace notar la significación teológica del carácter escrito de la Biblia como objetivación del depósito. de la fe, que la Iglesia ha de tener siempre frente a su conciencia para frselo

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