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EL PROBLE!VlA DE LAS VOCACIONES Ml8IONERAS ;-337 sidernndo ante Dios a esta multitzul inmensa de hombres que 1w co– nocen toda.vía la verdad del Evangeli.o y el grave pdigro que amenaza a, tantos, o por la difusión del materialismo ateo o por una cierta doc– trina, que usurpa el nombre cristiano, y que reabnente repite los errares y las doctrinas del cornunis1no, sentimos todcc [,tt urgencia y el ansia de hacer progresar en todas partes y con todo esfuerzo las obras ele apostolado, y reconocernos como dirigida a Nos la exhortación del Projeta: Grita, no te des reposo, alza tu voz co,no una trompeta (1 2 ). E,icomen<lfl,nws a Dios con suplica,ntes p1egarias de modo particular las misiones interiores d(< la América latina, sabiendo de qué pdigros e insidins están amenaz<ulas, má.s o menos arteramente, por parte de las sectas lJ ( 13 ). Esa multitud de almas no conocen al verdadero Dios y Pstán ciegas a la luz de la verdad y claman como el ciego de Jericó: Jesús, Hijo de David:, ten compasión de nosotros (1 1). Jesús dirigiéndo~e a todos los sucesores de los Apóstoles, IPs dict': Id y prcdi,cad, marchad, enseíia,cl, convertúl, bantizad e ilzunin<ul: a tantos infelices privados de la luz y de la gracia de la Revelación cristiana. Es cierto que a la voz de los celosos Paston•s el ejército misionero se organiza, pero ¡ qué desproporción tan t'nornw no Pnc1mtran10s entre d nú1nero de opera– rios evangélicos y la mies tan copiosa que st' ha de recoger! ff Por consiguiente, dice Pío XI, si hay algunos en cualquiera de vuestrms d,ióce~is, jóvenes o clérigos o s,c1,;:erdotes, que parezccui llamiados por Dios a este excelentísimo apostolado, seczuula.d con vuestra, bmwvo– foncia y vuestra autori,dcul sus pla1ws e inclinmci,01ws sin pmwr género alguno de obstáczilos ... 1w o,~ desanime ni fo escasez del cler:o, por grmule que sea, ni /,a necesidad de la diócesis; ni o,~ retenga esto d<~ ciar vuestro con!sentimiento; puesto que vuestros diocesanos, teniendó n las manos, por decirlo así, los ,medi~>s ele saltJctción, distnn mucho menos de éstn qzw los paganos, sobre todo los que aún úven en la barbarie y ferociclad. Si se os presenta, ocasión de esto, por amor de Dios y de lns a.lmas, ¡wnn.iti{l generosament;e e,~ta pequmÍ(l menma en el clero, si es que puede llamarse merma; porqzw (ll que hnbéis per• elido como ayudador y compfuÍero de vuestros tralmjos, el divilW) Fun– dador tle la Iglesia os lo suplirá., sin clu.da, o con más abwuumcút cfo gra,cia sabre la diócesis, o con excfrar 1we-vas 'Vocaciones para el sa– grado ministerio >> (15). Para los intelligentc~, las cifras hablan. De los datos estadísticos se pueden deducir dos cosas: la vitalidad de la Iglesia católica y la nece~idacl de operarios. ¡121 Is .• LVHL l. (131 AAS., 1951, t. 13; p. 505. p1¡ Dnc.. XVIII, 38. (15) Herum Ecclesiae, AAS., 1926, t. XVIII, p. 10-71.

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