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336 P. MONDREGANES la China; son esas masas que esperan todavía la pal.abra de salvación. Los misi01wros de Propaganda, con sus guías, los Obiispos, Zvs coadiuto– res, los catequistas, los religi,o'ISos y las vírgenes misioneras consagra– das a Dios, toda la milicia santa de Dios está allí, delante de esas masas; pero el número de los operarios es insuficiente y faltan ,medios. Pensad... ! >> (7). Ya miremos la infinita extensión de las regiones que todavía no se han abierto a la cultura cristiana, ya el inmenso nú– mero de los que están privados hasta hoy de los beneficios de la re– dención, ya las necessidades y dificultades con que tropiezan los mi– sioneros, se ve que deben aumentarse los esfuerzos de los Obispos y de todos los católicos para que crezca y se multiplique el número de los embajadores de Cristo. El Pontífice gloriosamente reinante, Pío XII, ce con profundos gemidos <lel corazón suplica al Espíritu, Santo que se digne abrir pronto Ul'S vías de la salvación a esa gran multitud de hombres oprimidos por la esclavitud de la idolatría y encadenados en los antiguos errores, ha,ciéndoles participantes de rouestra esperan-,za y de nuestra glorw. Mientras predicamos can el Apóstol que los gen– t.iles son coherederas y miembros de un mismo cuerpo y junt<JJmente partícipes de la promesa en Cristo Jesús por m,edio del Evan-gelio » ( 8), <C 1w perdonamos fatiga, a fin, d.e que la Zuz de la religión católica T'esplandezca también entre los pueblos lejanos, y la Cruz, en la cual P,Stá la sa/,vación: y la vida. extienda su sombra sobre las más remotas regiones del mundo » ( 9). Y recientemente en la magnífica Encíclica misionera Evangelii Praecones, del 2 junio de 1951, después de ponde– rar lo mucho que se ha hecho por el progreso de las misiones, mani– fiesta -lo mucho que queda por hacer. ce Es n.:ec'esario, dice, tener pre– sente lo que antes hemos apunt<tdo, esto es: lo que queda toda.vía por hacer en e,ste campo T'equiere un trabajo inmenso y un gran número de misiomeros. Recordemos que nuestros hermanos que se sientan, en ws tinieblas y en la sombra de la mu;erte » (1º) son una multitud inmen– sa que asciende al millar de milliones. Por eso se escucha aún el ge– mido inenarrable de Corazón amabilísimo de Jesús: ce También yo tengo otras ovejas que roo son <le este redil; también a,quéllas es pre– ciso que yo las c01uluzca, y ellas escucharán mi voz y sé harán un solo T'edil y un solo pastor ( 11). Hay pastores, corno bien sabéis, Venera– bles Hermanos, que querrían conducir lejo"S a las ovejas de este único redil, de este único puerto de salvación, y os es conocido cómo se va haciendo cada vez más grave un peligro de este género. Por eso, con- (7) Cfr. AAS, 1922, t. XIV, p. 346. (B) Eph., III, 6. (9) Aloe. al Consejo Superior de las 00.MM.PP ., Osserv. Romana, 3 do mayo de 1939. (10) Ps., CVI, 10. (11) Jaann., X, 16.
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