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140 1. IRIARTE Francisco, siguiendo el sentido en uso del término de la Vulgata, lo in– terpreta como conservación de la paz interior. Así lo vemos también en otros textos: 2 R 3, 11; Cánt 11. En realidad, nadie puede ser verdadero agente o portador de paz, si no ha logrado estar en paz consigo mismo, sin alterarse por las adversidades 7 (cf. Adm 11). Pero son más abundantes los pasajes de los escritos de Francisco en que los Hermanos Menores son considerados como obreros o artífices de la paz, según la traducción hoy preferida por los biblistas: 1 R 14, 2; 2 R 3, 13; Test 23. El saludo de paz, que en las dos Reglas remite a Le 10, 5, y en el Testamento a 2 Tes 3, 16, «el Señor os dé la paz», era el saludo con que Francisco se dirigía a todos cuando comenzó a predicar (1 Cel 23): « ... paz verdadera del cielo y caridad sincera» (2CtaF 1); véase el saludo de paz en las demás Cartas de Francisco; «No litiguen entre sí ni con otros» (1 R 11, 1); «No promuevan disputas y controversias» (1 R 16, 6); «No litiguen ni contiendan de palabra... sino sean apacibles, pacíficos, mansos y humil– des» (2 R 3, 10). «Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia (Mt 5, 10)» (l R 16, 12; 2 R 10, 11). Son numerosos los textos que demuestran hasta qué grado Francisco formaba a los hermanos en la disposición de soportar las persecuciones y de amar a los enemigos. 1 R 16, 11-21: acumula aquí nada menos que doce textos evangélicos para animar a los misioneros a no temer las persecuciones; «Amad a vues- tros enemigos (Mt 5, 44) ... Son amigos nuestros todos los que injustamente nos causan tribulaciones ... » (1 R 22, 1-4); «... tener humildad y paciencia en la persecución ... » (2 R 10, 9s); «... y amar a los que nos persiguen» (2 R 10, 10); «... si me viese perseguido quiero recurrir a ellos (los sacer– dotes)» (Test 6; «... ni por persecución de sus cuerpos» (Test 25); «Y si por ello ha de soportar persecución por parte de algunos ... » (Adm 3, 8: el súbdito objetor de conciencia, perseguido por los suyos); «Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y en la persecución» (Adm 6, 2); «Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos ... y orad por los que os persiguen (Mt 5, 44) ... » (Adm 9, 1); «Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor y soportan enfermedad y tribulación. Bienaventurados aque– llos que las sufren en paz ... » (Cánt 10s); «Así como nosotros perdonamos ... para que por ti amemos de verdad a los enemigos y en favor de ellos intercedamos ... » (ParPN 8); véase también todo el sentido de la parábola de la perfecta alegría. Podríamos todavía añadir citas de otros textos del Sermón de la Mon– taiia, consideradas como aplicaciones de las bienaventuranzas: Mt 5, 22 = 1 R 11, 4;. Mt 5, 28 = 1 R 12, 5; Mt 5, 39 = 1 R 14, 4 y Adm 14, 4; Le 6, 29-30 = 1 R 14, 5-6; Mt 5, 44 = 1 R 22, 1 - 2 R 10, 10 - Adm 9, 1 - 2CtaF K. Esser: Bienaventurados los pacíficos (Adm lS), en Sel Fran n. 11 (1975) 210-215.

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