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F1SONOMÍA ESPIRITUAL DE tos CAPUCHINOS I. LA «REFORMA» CAPUCHINA Y SUS FUENTES DE INSPIRACIÓN 279 Cuando se leen las primeras constituciones y los relatos de los cro– nistas del siglo xvr, una de las cosas que llaman la atención es la insis– tencia con que se habla de reforma, más aún, de la verdadera reforma que tantos buenos religiosos de la Observancia estaban esperando. Esta insistencia, que llevaba como peligro inevitable lanzar contra la institu– ción, de la que se habían desligado, la tacha de «relajación», originaría más tarde una seria querella por parte de los agraviados, en especial al aparecer el primer tomo de los Anales de Baronio. Todo movimiento re– formista tiende siempre a buscar una justificación en esa acusación a la situación precedente. Es difícil afirmar valores con la opción vital de un ideal, como lo hizo san Francisco, sin incurrir en actitudes anti. El movimiento que dio en 1525 con Mateo de Bascio no era aislado, ni mucho menos. Había en toda la Orden franciscana una fuerte eferves– cencia que reclamaba urgentemente cauces legítimos de renovación con un retorno sincero a san Francisco. A la inquietud creciente en Italia había precedido en España la reforma de los guadalupenses, con su anhelo de austeridad y retiro, y el movimiento de las casas de recolección, gran• demente apoyado por Francisco de los Angeles Quiñones, ministro ge– neral desde 1523. He dicho que el sello de italianidad aparece patente en la reforma ca– puchina. Pero debo decir también que la primera inspiración llegó más bien de España. Un cotejo de las Constituciones de Albacina con el Modo de vivir dado por Quiñones, en 1523, para las casas de retiro de Castilla. en 1524 para las de Portugal y en 1526 para las de Italia, pone de mani– fiesto que lo tuvieron a la vista los capitulares que en 1529 se dieron a sí mismos el nombre de «hermanos menores de la vida eremítica», pero acentuando notablemente el rigor en la austeridad y en la práctica de la pobreza. 2 Volver a san Francisco fue la consigna desde un principio: «Refor– marse no es otra cosa que retornar a la forma original dada en los co– mienzos a nuestra santa Religión», dice Bernardino de Colpetrazzo. Y el símbolo de este retorno fue recobrar la forma del hábito usado por el santo Fundador, según aparece en las más antiguas pinturas y en los hábi– tos conservados como reliquias. En concreto fue el capucho cónico lo que distinguió a los agrupados en la nueva reforma y se convirtió en denomi– nación popular. Los valores de forma en aquella época eran de orden 2 Véase J. Meseguer: Constituciones recoletas para Portugal, 1524, e Italia, 1526, en Ar– chivo Ibero Americano 21(1961) 459-489.

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