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«PALABRA ABREVIADA» 231 verbo «suntemno», las dos veces que ocurre en la frase, por abbrevians y breviatum. De ello resulta que la Vulgata acentúa aquí, más que ningún otro texto o versión, la idea de abreviación, en el sentido de que Dios acorta o reduce el tiempo de la realización de su propósito. Pero otro detalle de la Vulgata, indebidamente entendido, acabará por llevar la frase al sentido de abreviar la palabra. Naturalmente, la Vulgata traduce el «lógon» de los LXX por el latino verbum. Al mantener este hebraísmo (verbum = «cosa», «decreto», «decisión», «exterminio») y al entenderlo los medievales simplemente como «palabra», resultó que Dios tendrá por norma abreviar sus discursos, será parco en palabras, hablará poco, usará de «palabra abreviada». Este pensamiento es totalmente ajeno al texto sagrado, tanto en su original como en sus versiones, lo cual vale incluso para la misma Vul– gata. Porque aquí verbum conserva, evidentemente, el sentido del hebreo dabar, «palabra» (= cosa, hecho, decisión). Pero, al interpretarlo por «pa– labra» (hablada), y al ver que lleva como calificativo el participio brevia– tum, resultó que el Señor usaría de palabra abreviada. En nuestro pasaje de Rom 9, 28, la Vulgata conserva todavía el futuro faciet ( = hará). Pero, si tenemos en cuenta la frase con que se cierra el Evangelio de san Juan: «Muchas otras cosas hizo Jesús, que, si se escribiesen una por una, creo que este mundo no podría contener los libros» (Jn 21, 25); y si, además, observamos que las palabras de Jesús en los evangelios son bastante redu– cidas en número, comparadas con lo que podríamos esperar de la pre– dicación del Hijo de Dios, se comprenderá que en la Edad Media fácil– mente se cambiará el futuro por el pretérito, o sea, que en lugar de faciet (hará) se pusiera fecit (hizo). Tenemos, pues, literalmente, la frase de san Francisco en su Regla: «Porque palabra abreviada hizo el Señor sobre la tierra» (2 R 9, 4). En conclusión. La idea de que nuestro Señor Jesucristo usara de «pa– labra abreviada» en su predicación, como parece entenderlo el texto de la Regla, es totalmente ajena al texto bíblico citado. Materialmente, la Regla reproduce las palabras de la Vulgata latina en Roro 9, 28 (y las de Is 10, 23, según los LXX), con pequeñas variantes. Pero el sentido que se les da es muy ajeno al texto sagrado. La Vulgata, no sólo por ser práctica– mente la única versión conocida en el ambiente general de Occidente en la época de nuestro Padre, sino por su manera de traducir el texto griego, pudo ocasionar semejante idea. Pero la tergiversación se consumó, a mi parecer, al interpretarse verbum por «palabra» hablada. Isaías Y san Pablo, cada cual a su modo, se mantuvieron en la línea de que Dios había de realizar sus planes de castigo y de promesa consoladora con plena efec- sonal de S. Jerónimo la labor de éste en el NT es mucho más reducida. Quedó limitada, quizá, a una mera o ~uperficial revisión del Jexto latino ya _existente.. Por eso_ en todo el NT, como sucede en nuestro caso, hay más resab10s de las anteriores versmnes latmas (procedentes de los LXX para el AT), que en los libros directamente traducidos del hebreo al latín por el santo Doctor.

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