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«PALABRA ABREVIADA» 235 Deducimos, pues, que el texto de Roro 9, 28, expresamente citado en su Regla bulada, posiblemente lo encontró Francisco en la lectura directa de las cartas de san Pablo. 2) Interpretación de Rom 9, 28, al tiempo de san Francisco y sentido que éste le da en su Regla II l. Corrían en tiempos de san Francisco, y aun mucho antes, dos interpretaciones bastante comunes, refundidas luego en una sola -y totalmente apartadas de su verdadero sentido literal bíblico-, de la frase de Rom 9, 28. El padre Bihel (l. c.: 531-536) las ha recogido con es– pecial diligencia, remontándose hacia atrás hasta los primeros tiempos de la Patrística. Las resumimos aquí y damos a continuación de cada una la lista de los Padres y escritores antiguos que las sostienen. Primera.-El «verbum breviatum» de san Pablo se aplica al misterio de la encarnación. El Verbo eterno del Padre, al encerrarse en el claustro virginal de María y tomar en él carne humana, parece como quedar em– pequeñecido; en cierto modo, se limita, se abrévia. Y por eso, aunque la frase de Isaías 10, 23, utiliza el futuro «faciet» (hará), repetido en Roro 9, 28, era natural y lógico, una vez adaptadas esas palabras a la encarnación del Verbo, cambiar el futuro en el pretérito «fecit» (hizo). La obra de la encarnación realizada por Dios en el seno de María pudo, por consiguiente, describirse con la frase bíblica: Verbum abbreviatum fecit Dominus super terram, Palabra abreviada hizo el Señor sobre la tierra. Esta interpretación aparece en las llamadas cartas de san Anacleto. La tienen también: san Cipriano, san Jerónimo, san Bernardo; Petrus Cantor, del que hablaré luego. Segunda.-El «verbum breviaturn» de san Pablo se entiende de la doctrina del Evangelio. El Evangelio contiene, en forma abreviada, toda la doctrina de la ley y de los profetas del AT. Y aun el mismo Evangelio se compendia, se abrevia, en el doble precepto del amor de Dios y del prójimo. Es el mismo Jesús quien resume en este precepto la ley y los profetas. Esta interpretación es, según parece, la más extendida. Algunos Padres que defienden la primera, apuntan igualmente a esta segunda. Tales, por ejemplo, san Cipriano y san Jerónimo. Pero en los siglos medios vuelve a tener gran preponderancia la primera, que llega a fundirse, en cierto modo, con la segunda. He aquí las referencias con respecto a esta última: Tertuliano, san Cipriano, Orígenes, Eusebio, san Basilio, san Juan Cri– sóstomo, san Jerónimo, san Agustín, Teodoreto, Procopio de Gaza, etc. 6 6 La indicación del lugar respectivo de la Patrología de Migne puede verse en el trabajo del autor publicado en Coll. Franc. y que indicamos al principio. Para más referencias medieva– les, cf. Bihel: 1.c.

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