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LA ORDEN DE PENITENCIA DE S. FRANCISCO 23 A principios del siglo XII, el movimiento de penitentes sufre una evolución; tienden a constituir grupos o fraternidades que, sin vivir necesariamente juntos como los monjes o los canónigos regulares y sin ser eremitas, adoptan el mismo propósito de vida penitencial y aceptan un cierto control de las autoridades del grupo, pronunciando un acto de compromiso o promesa, que se llama pro– fesión. Con ello, se puede hablar ya de ahora en adelante de Orden de Penitencia. Sus miembros se distinguen de la sociedad circunstante, en cuyo seno continúan viviendo, por el vestido que llevan y el género de vida que profesan. Bl acceso a estos grupos es posible también para las personas casadas que, una vez emitida la profesión, pueden continuar la vida de matrimonio, Inientras los célibes que entran en la fraternidad deben guardar continencia. Esta renovación o desarrollo de la vida de penitencia, de simple «estado» de vida a «grupo», «fraternidad» u «orden» no monástica, no se produjo sin con– trastes e incomprensiones con la autoridad eclesiástica, ya que ésta generalmente no llevó la iniciativa en este desarrollo. 3. El evangelismo del movimiento religioso de los siglos XII y XIII La efervescencia religiosa del siglo XII encuentra su cristalización en una serie de órdenes religiosas nuevas (vg. cistercienses, premostratenses, certosinos... ), pero también en el movimiento penitencial laical y en numerosas herejías y sectas. A pesar de las diferencias existentes, no se puede negar, tanto en los ambientes heréticos como en los ortodoxos del movimiento religioso de este siglo, la existencia de ciertas afirmaciones, motivos y tendencias comunes. La diversidad de fórmulas, de órdenes religiosas y de sectas heréticas es un intento de los cristianos de este tiempo por responder a una preocupación común difun– dida por todas partes: vivir la vida evangélica de los apóstoles, considerada como modelo y norma obligatoria para todo cristiano. Este ideal es una novedad con respecto al siglo anterior, tanto por su signi– ficado como por los grupos de cristianos a quienes interesa. La expresión vida apostólica, con que viene designado este ideal, toma un significado nuevo a partir de finales del siglo XI. Hasta entonces solamente los monjes y los canó– nigos regulares eran los depositarios de la vida apostólica, que se identificaba con la «vida común», sin propiedad individual, como en los tiempos de los apóstoles y de la Iglesia primitiva. Ahora, en cambio, vida apostólica se identi– fica con la vida cristiana obligatoria a todos los creyentes; todo cristiano debe comprometerse como Cristo y los apóstoles. La difusión de este ideal entre los cristianos del siglo XII se explica inicial– mente por la actividad de ciertos monjes, canónigos y eremitas, que se con– vierten en predicadores ambulantes. La reforma del papa Gregorio VII buscaba la libertad de la Iglesia frente a los señores feudales y la reforma de los monjes y del clero simoníaco y concubino. Pero el haber insistido demasiado, durante esta lucha contra el clero desprestigiado, en la relación entre vida moral y Ini– nisterio sacerdotal, había difundido de rebote la idea de que la actividad apos– tólica compete a todo aquel que, acogiendo la llamada de Cristo, vive según el ejemplo de vida pobre y austera de los apóstoles. Estos predicadores ambulantes fueron reuniendo a su alrededor grupos de seguidores, atraídos por la vida evangélica y apostólica. Pero se encontraron con el problema de que dichos grupos no tenían cabida dentro del ordenainiento jurídico de la Iglesia. Este preveía solamente a los laicos, al clero secular y a los dos tipos de .«conversos» o «religiosos». No había espacio para grupos que
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