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54 J. V. CIURANA de Capistrano en 1440. El último defensor en esta idea fue el capuchino Hilario de París,1 08 pero actualmente no hay ningún historiador que lo afirme. Un signo de este cambio puede ser la conocida imagen de Giotto de la capilla de los Bardi en la Santa Croce de Florencia. Ella representa a S. Luis, y tenía un cordón franciscano en la mano. En la última restauración de la capilla (1958-1961) se le quitó el cordón, porque se trataba de un añadido del siglo pasado, de la restauración anterior (1852-1853 ), y que no se encontraba en el original, que es de alrededor de 1317. X. A MODO DE CONCLUSION Después de este rapidísimo e incompleto recorrido por el primer siglo de existencia de la Orden de Penitencia de S. Francisco, el lector, sobre todo el terciario, habrá podido plantearse muchas preguntas, contrastando los orígenes con el presente de su movimiento. Creo que ello será el prin– cipal resultado de estas notas. A tales preguntas añadiría yo algunas. A partir del siglo XIV y hasta nuestro tiempo, la O.F.S. ha conocido su esplen– dor solamente cuando la Primera Orden franciscana se ha dedicado con más intensidad a ella. Todo lo contrario ocurrió en el siglo XIII, tiempo en el que, al menos jurídicamente hablando, los Penitentes vivieron casi totalmente independientes de los Hermanos Menores. La respuesta creo yo que hay que buscarla en el dinamismo propio que los Penitentes poseían. Ellos consideraban como algo normal el llevar sus propios asuntos sin ingerencias de nadie. Ciertamente, sintieron la necesidad de una dirección espiritual por parte de la Iglesia y, sobre todo, de las nuevas órdenes reli– giosas, franciscanos y dominicos, ya que ellas transparentaban un evange– lismo más audaz y radical. Con todo, no quisieron estar «sometidos» a tal o cual Orden. Ello explicaría muchas de las reacciones que hemos visto. En los siglos siguientes, la O.F.S. no ha podido reencontrar nunca su estado original, su impacto directo sobre la vida y la sociedad, que conoció en el siglo XIII. Con vistas a la renovación actual, esta lección de la historia no debe olvidarse. 109 108 Hilarius Parisiensis: Llbér Tértii Ordinis S. Franclsci, Geneve-Paris-Bruxelles 1888, 163-176. 10!J Cuando tenía ya redactadas estas notas, ha llegado a mis manos el libro de A. Martín de Cedillo: Blstoria de la Orden Franciscana Seglar, Caracas 1978. El parecido de ambos escritos salta a la vista, ya que hemos acudido prácticamente a la misma bibliografía.
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