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LA ORDEN DE PENÍTENCIA DE S. FRANCISCO 47 Las diferencias entre la regla de Caro de Florencia y la de Nicolás IV son mínimas: solamente tres. La más importante de ellas es la adición siguiente, que no se encuentra en el texto de Caro: «Ya que la presente forma de vida fue instituida por el bienaventurado Francisco, aconsejamos que los Visitadores e informadores se escojan de la Orden de los Hermanos Menores, los cuales serán designados por los custodios o guardianes de la Orden, cuando sean requeridos para ello. Y no queremos que la congrega– ción sea visitada por un laico de la misma». 84 Esta determinación será la causa de las dificultades que Nicolás IV encontrará entre los Penitentes para que acepten su regla. Habrá grupos de Penitentes, sobre todo en Florencia, que rehusarán aceptarla. 2. Dificultades en la aceptación de la «Regla bulada» 85 Vimos ya anteriormente la tensa situación existente entre los Penitentes florentinos, divididos en dos grupos, «negros» y grises», y, además, que el obispo de la ciudad, Andrea dei Mozzi, era decididamente partidario de los «negros». La determinación de Nicolás IV, de que los Penitentes eligieran como visitador a un Hermano Menor, cayó mal a los «negros», cuya mayor parte rehusó aceptar dicha determinación. Además, tachaban a los «grises» de apóstatas por aceptar la regla del papa, ya que, según ellos, contenía demasiadas innovaciones. Esto es al menos lo que se desprende de la carta que Nicolás IV envió al obispo de la ciudad el ~O de noviembre de 1921, recriminándole que permitiera a los «negros» tal ultraje. 86 La reacción pontificia ante tan abierta desobediencia aparece indirecta– mente en la bula Unigenitus Dei Filius, de 1290, dirigida a todos los Peni– tentes de Italia, 87 en la que Nicolás IV tacha de hijos degenerados de S. Francisco, no solamente a los que no aceptan su consejo de elegir entre los Menores al visitador, sino que, además, se resisten a aceptar la regla, llegando a intentar porcesar a los Penitentes que pensaban de dicha ma– nera. El obispo Mozzi no debió sentirse aludido por las palabras del papa, pues se incautó de los títulos guardados en la sede de la Fraternidad de los Penitentes de Florencia. En respuesta a esta acción, Nicolás IV le escribió una áspera carta, que ya hemos mencionado antes, ordenándole que restituyese todo lo que había sustraído y que cambiara de actitud respecto a los Penitentes que aceptaban la regla. No sabemos qué deter– minación tomó el obispo, pero, ciertamente, no era el hombre apropiado para reunificar la fratrenidad de Penitentes florentinos que continuaban divididos. En 1295, Bonifacio VIII lo trasladó a Vicenza y nombró para sustituirle a Francesco Monaldeschi. " Lo propio de Nicolá~ IV en la Regla bulada puede verse, lbid., 156. 15 A. Benvenuti: Fonti e probleml, en Coll. Franc. 43 (1973) 297-301. '" G. G. Meersseman: Dossier, 76s. " Nicolás IV: Unlgenitus Dei Fillus (8-VIII-1290). Ibid., 76.

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