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44 J. V. CIURANA VI. COMIENZOS DE LA ORDEN DE PENITENCIA DE S. FRANCISCO EN ESPAÑA La existencia de la Orden de Penitentes de san Francisco en España en el siglo XIII es, por lo menos, problemática. El P. Isidoro de Villapadierna, en un estudio dedicado a este tema, llega a la conclusión de que no hay «ninguna prueba concreta y segura de la existencia de hermandades organi– zadas de la Tercera Orden dentro de aquel siglo». 74 En la España de este tiempo hay que distinguir dos zonas políticas y religiosas: la Corona de Castilla y la de Aragón. Veamos qué datos seguros podemos encontrar. l. La Corona de Castilla Las noticias que tenemos sobre la Tercera Orden en la Corona de Cas– tilla nos han llegado a través de cronistas, propensos a considerar Peni– tentes franciscanos a personas, especialmente de la nobleza, que favore– cieron a la Orden franciscana y fundaron conventos; todo ello, claro está, sin base documental. Un hecho antihistórico y legendario es la existencia, nada menos que en 1214, de un supuesto terciario. Se trata de un canónigo de Santiago de Compostela, llamado Juan, que trató a san Francisco cuando éste vino al sepulcro del apóstol. Deseoso de mayor perfección, se retiró a un monte, entregándose a la penitencia y al apostolado. Francisco Gonzaga, en 1587, escribe de él que «se cree que fue de la Tercera Orden»; Juan Bautista Moles, en 1596, afirma ya más categórico: «Y así entendemos fue él de la tercera Orden de la penitencia de N.P.S. Francisco». En 1625 Lucas Wad– ding, desconcertado sin duda de que en 1214 ya hubiera un terciario en España, se inclina a creer que tomaría el hábito de la Primera Orden. 75 También hay que considerar como legendaria la afirmación de que san Fernando 111, rey de Castilla y León, muerto en 1252, fuera Penitente franciscano. Veamos cómo se forma esta leyenda. A finales del siglo XIII, el franciscano Juan Gil de Zamora escribió una pequeña vida del Santo, pero por ninguna parte aparece que muriera con el hábito franciscano o que perteneciera a la Orden de Penitencia de san Francisco. El 4 de febrero de 1671, Clemente X, cediendo a las presiones de la corte española que quería a toda costa un rey propio en los altares y también para no sentirse inferior a Francia que tenía a san Luis IX, primo de Fernando 111, canoni– zaba a éste, o, más bien, reconocía su culto inmemorial tributado en Sevilla, y lo extendía a toda España. En 1684, los bolandistas 76 publicaron 70 Isidoro de Villapadiema: Observaciones críticas sobre la Tercera Orden de Penitencia en E&paiia, en Coll. Fnnc. 43 (1973) 219-227; texto citado, 219. 75 A. López: Viaje de S. Francisco a España (1214), en A.I,A. 1 (1914) 258-264. 7• Los bolandistas constituyen una sociedad de estudiosos, que debe su nombre al jesuita lean Bolland (1596-1665), dedicada a la publicación de vidas de los santos críticamente docu– mentadas.
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