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LOS ORÍGENES ·cAPt:CHINOS y LAS ce. DE ALBACINA 249 mítica. El eremitismo y la contemplación es algo que recorre todos los párrafos del texto. Es querer hacer hincapié en un valor fundamental del franciscanismo primitivo; pero, hay que reconocerlo también, quizás se hayan cargado demasiado las tintas. Es la tentación de la vida eremítica, siempre latente en la historia franciscana, que acaba siempre superada por una vida mixta de contemplación y de acción. 11 El desorden interno de las Constituciones puede explicarse también por la intención primordial de los legisladores. Estos pretenden, más que redactar un texto legislativo completo, salir al paso de los abusos que ellos han vivido dentro de la Observancia. De hecho, la primera generación capuchina, fo.rmada en su mayoría por religiosos provenientes de la Obser– vancia, mantenían cierto espíritu de cuerpo con los Observantes y no perdieron la conciencia de que su intento había sido reformar la Obser– vancia. La generación siguiente, en cambio, formada por capuchinos que no habían sido antes ObsPrvantes, tendió a considerar la nueva reforma como una rama distinta del árbol franciscano. Las Constituciones Lle Albacina, sin embargo, tuvieron una vida corta. En 1536 se promulgaron otras nuevas. Estas últimas constituirán la legis– lación definitiva ·de la Orden capuchina y el punto de mira de las revisiones posteriores de la legislación. Se vio claramente que había que superar las imperfecciones y parcialidades del · primitivo texto legal. Con todo, éste había dado ya a la naciente reforma la unidad fundamental que pre– cisaba. Es cierto que las Constituciones de Albacina no eran un cuerpo orgánico de leyes apropiado para encauzar la vida ele una institución, y que había que superarlas. Pero su importancia estriba en que en ellas podemos rastrear las directirices carismáticas de fondo del primitivo grupo capuchino, para una interpretación vital nueva de la Regla de san Fran– cisco. Hoy las debemos leer con perspectiva crítica, pero no podemos considerarnos ante ellas como extraños. Esto último lo digo para los capuchinos. 11 Cf. O. Schmucki: La orientación contemplativa de la Orden capnchina primitiva, en Sel Fran n. 18 (1977) 277°281.

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