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LOS ORÍGENES CAPUCHINOS y LAS ce. DE ALBACINA 245 A finales de abril se celebra el Capítulo provincial en Jesi, y allí se presentó Mateo conforme al mandato del papa. Como era natural, el Provincial, Juan de Fano, lo hizo encarcelar, como fugitivo y vagabundo, en el convento de Forano. Mateo de Bascio, en efecto, no peseía docu– mento alguno escrito de la autorización pontificia ni se había preocupado de procurárselo. Unos tres meses llevaba en su reclusión, cuando la noticia de lo ocu– rrido le llegó a Catalina Cibo, que veneraba a Mateo desde que había ejercitado la caridad durante la peste. Inmediatamente exigió de Juan de Fano que en el plazo de tres días pusiera en libertad al preso. El Provincial tuvo que doblegarse, y Mateo de Bascio reanudó su vida de predicador ambulante. A finales de 1525 acudían al mismo Provincial los hermanos carnales Luclovico y Rafael de Fossombrone, pidiendo permiso para retirarse a un eremitorio con otros compañeros, a fin de observar la Regla en toda su pureza. Juan de Fano se lo negó. Entonces ellos huyeron y se refugiaron entre los conventuales de Cingoli. En noviembre de 1525 llegaba a la Provincia de Las Marcas, en visita pastoral, el Ministro general de los Observantes, Francisco de los Angeles Quiñones. Enterado de estos acontecimientos, excomulgó a los fugitivos. El Provincial, Juan de Fano, previendo lo que aquel hecho podía significar para la unidad de la Provincia, obtuvo de Clemente VII el breve Cum nuper, 3 de 8 de marzo de 1526, en el que se declaraba a Mateo de Bascio y a los dos hermanos, apóstatas de la Religión, con la facultad de poder encerrarlos. En consecuencia, se dirigió a Cingoli con un grupo de frailes para apresarlos; pero Ludovico y Rafael huyeron a los montes, y sólo su astucia pudo librarles de caer en manos de sus perseguidores. Decidieron entonces pedir alojamiento en el eremitorio de los camal– dulenses de Massaccio. Allí acudió Juan de Fano con los suyos, acompa– ñado de fuerza armada; pero los fugitivos se escaparon por segunda vez, disfrazados de camaldulenses, a otro monasterio. Cuando el Provincial finalmente les dio alcance, los dos hermanos habían solicitado ya formal– mente su incorporación a la Camáldula. Los monjes rehusaron esta peti– ción, por no indisponerse con los Observantes; pero, de momento, el asilo les valió a Ludovico y Rafael. Ambos fueron después en busca de Mateo de Bascio para acogerse con él a la autorización pontificia; pero Mateo les hizo observar que ésta era exclusivamente personal; de ahí que optaran por dirigirse a Roma. El 18 de mayo de 1526 obtenían el breve Ex parte vestra,4 extendido por el Penitenciario mayor, que les autorizaba para separarse de la comu- ' Eduardus Alenconiensis: De primordiis Ord. Fratrum Min. Cap. (1525-1534), Roma 1921. pp. 21ss. ' Bullarium Ordinis... Capuccinomm, I, Roma 1740, p. l.

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