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ANTóNIO MONTEIRO, O. F. M. Cap. FUENTES DE INSPIRACIÓN INMEDIATA EN LOS ESCRITOS DE SAN FRANCISCO Fontes ele inspirar;ao imecliata nos escritos de S. Francisco, en Itine– rariwn 23 (1977) 113-127. Felizmente, en estos últimos años se viene notando el renacer de un nuevo entusiasmo por la figura de san Francisco. Pensamos en la vibra– ción con que en toda la Iglesia se ha vivido la conmemoración del 750 aniversario de su muerte. No hay por qué extrañarse. Francisco fue, en efecto, y continúa siendo una figura de primera magnitud, como es reconocido en todos los niveles de pensamiento. Sigue siendo verdad lo que el Papa Gregario IX afirmó en la solemne ceremonia de la canonización de Francisco: «Como la estrella matutina en medio de las tinieblas, como luna llena en sus días y cual sol refulgente, así brilló Francisco en la casa de Dios» (1 Cel 125). Renán afirma que, después de Jesús, Francisco fue el único cristiano perfecto. Male llamó a Francisco el segundo fundador del cristianismo. Leonardo Coimbra dice con razón: «La estatura de Francisco de Asís no es la común». Podríamos añadir innumerables testimonios de dentro y de fuera de la Iglesia para mostrar la talla gigantesca de este hombre que dejó este nuestro mundo más rico de luz, de paz, de esperanza. Por ser así, tiene siempre particular interés conocer a fondo esta gran figura. Por este camino continúa la investigación franciscana. Mientras se llega a conclusiones definitivas, en este esfuerzo por cono– cer siempre más y mejor a san Francisco, existe un riesgo. Muchas veces, por la misma grandeza de Francisco, por la aureola de santidad que lo circundó desde el principio, se le han atribuido muchas cosas sin un fundamento riguroso. En muchos aspectos intervino particularmente la reflexión de aquellos que lo siguieron de cerca y se sintieron especial– mente cautivados por la fragancia de su santidad. Por esto, muchas veces resulta difícil discernir lo que pertenece a la historia y realidad de Francisco y lo que es fruto de una reflexión posterior, por mucho que ésta se hiciera bajo la inspiración inmediata de Francisco y de su vida. En este sentido, el medio más claro y seguro para llegar al auténtico corazón de Francisco lo consütuyen ciertamente sus escritos. Esto es tanto más válido hoy, cuando en verdad tenemos valiosísimas ediciones críticas de los mismos. Piénsese en la reciente del P. Kajetan Esser. Tal vez por ello estamos hoy presenciando un redoblado interés, aten– ción y estudio de los Opúsculos del Santo. Son ellos, en efecto, los que mejor revelan al auténtico san Francisco.

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