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FUENTES DE INSPIRACIÓN DE S. FRANCtSCú 189 para que le explicara el sentido verdadero de lo que había escuchado. Oída la explicación, quedó seguro de la llamada del Señor y lo siguió incondicionalmente (1 Cel 22). El Espejo de Perfección (c. 10) refiere como dicho de Francisco: «Desde el principio de mi conversión, el Señor ha puesto su palabra en los labios del obispo de Asís para que me acon– seje juiciosamente y me asegure en el servicio de Cristo». Por ser ésta la actitud de Francisco frente a la Iglesia, el papa Ho– norio III pudo escrfüir a los obispos de Francia en términos muy expre– sivos, diciéndoles que los Hermanos Menores eran hijos especialmente amados por la Iglesia Romana y verdaderamente católicos (Bull. Franc., I, p. 5). La Orden fundada por Francisco era, por ello, considerada como una especie de feudo del Papa (1 Cel 100; 2 Cel 24). Dado que Francisco vivía tan profundamente la adhesión a la Iglesia y a sus enseñanzas, es natural que el pensamiento del Pobrecillo, su forma de hablar, esté grandemente inspirado en la enseñanza oficial de la Iglesia, en los términos y conceptos con que ella presentaba la doctrina de Jesu– cristo. Sobre todo, si se tiene en cuenta la importancia que tuvo en tiempo de Francisco ei Concilio IV de Letrán en la línea de renovación eclesial, sus Decretos y legislación deben considerarse como uno de los puntos de partida más notables en la enseñanza del santo Fundador. Junto a la enseñanza y legislación oficial, hay que tener presente la celebración de la liturgia, particularmente de la Eucaristía, la celebración de las fiestas del Señor y de los santos, la lucha llevada a cabo concreta– mente por los prelados, las herejías de entonces, los dramas sacros que en aquel tiempo se iniciaban, centrados frecuentemente en pasajes de la Biblia y muy en particular del Evangelio, el arte sagrado, sobre todo el de origen bizantino o monacal que con frecuencia tomaba motivos religio– sos y bíblicos, de forma especial en la iconografía y en las decoraciones (L. Brehier). Lo mismo puede decirse de la vida espiritual de la Iglesia tal como se manirfes,taba sobre todo en los monasterios benedictinos, que Francisco conocía bien por el tiempo que había pasado en ellos, y en la reforma del Císter, tan ampliamente difundida en la Italia de san Francisco (E. D'Ascoli). Por eso mismo, no se puede comprender bien el sentido de lo que ex– pone san Francisco en sus escritos, si no se tiene en cuenta toda esta enseñanza y praxis de la Iglesia de su tiempo a todos los niveles. 4) El Espíritu del Seiior y su santa actividad Ciertamente hemos de colocar al Espíritu Santo, el Espíritu del Señor, como gustaba llamarle el santo Patriarca, entre las fuentes privilegiadas que lo inspiraron en todo lo que dijo y escribió.
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