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eso, Franc_is~~ no ha~I~ .d~ 'Regla' sino de 'nuestra forma de vida y ma– nera .de vivir , La ongm~hdad de tal .forma de vivir la constituye, ante todo, su carácter esencialmente interior, el cual se expresa por una dis– posición espiritual bien precisa que Francisco .trataba de inculcar a sus hermanos· tanto por la palabra como por el ejemplo». 12 Ahora bjen, este carácter de su forma de vida es inmutable a pesar del tiempo e «impone a la Orden la obligación de seguir .fiel a su natura– leza, proponiendo a cada época de la historia de la Iglesia, corno ideal a ,realizar, la imagen de Cristo tal como la. encarnó Francisco». 13 Por otra parte, el factor de continuidad de una espiritualidad se halla canalizado en personas, instituciones y movimientos que siguen al iniciador del' mismo. Pues bien, por lo que se' refiere al movimiento franciscano, 750 años de historia nos demuestran fa presencia· ininterrumpida del her– mano menor o de la hermana contemplativa o de la hermana activa y caritativa o del seglar franciscano en la historia de la Iglesia y del mundo, dando testimonio de una peculiar forma de vida. Y llegamos al momento presente. El Concilio Vaticano II ha dirigido la renovación en dos direcciones: un retorno al evangelio y a los orígenes de cada instituto y una adecuación o adaptación a las exigencias y necesi– dades del momento presente. Esta proyección al mundo nos lleva a ana– lizar la experiencia actual de la sociedad, con sus problemas y aspiraciones, sus gozos y esperanzas, y su posible solución desde la perspectiva fran– ciscana, especialmente, .desde la solución histórica dada por Francisco de Asís. 11 El mundo de hoy se debate entre lo que se ha llamado «caracteres positivos pro evangelio y caracteres negativos» de la sociedad moderna. Entre los primeros sobresale el universalismo, el sentido social, solidario y fraterno, el pluralismo, la visión positiva de los valores creados, la afir– mación de la persona con su dignidad y sus derechos humanos, la contes– tación, la táctica de la no violencia frente a la prepotencia y las armas, la necesidad de Cristo Salvador, a veces desfigurado y mitificado al estilo de los líderes de hoy, etc. Entre los caracteres negativos destacan en nuestra sociedad el hedonismo, el materialismo y la superficialidad, el con– sumismo, el sentido de tragedia y de angustia, las tensiones provocadas por la aglomeración urbana y técnica, el terrorismo y la violencia armada, la creación incesante de nuevas necesidades, el egoísmo y la desigualdad, 12 . K. ESSER: La misión apostólica de los Hermanos Menores, en Cuadernos Franc. . Ren. n. 14 (1971) 80. Sobre la expresión "regla y vida", véase D. FLOOD: La genese de la Regle,• en La naissance d'un cbarisme, París 1973, pp. 23-84. " K. ESSER: La misión apostólica... , l. c., p. 80. 295

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