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s10n histórica ocupa un lugar cada vez más destacado en la investigación reciente, aunque dicha dimensión histórica no esté bien delineada todavía en relación con los «estudios históricos medievales en los cuales no ha recibido todavía la atención adecuada». 8 Y es que «una espiritualidad antes que nada es un fenómeno histórico, porgue está unida remotamente a la espiritualidad del cristianismo que, a su vez, se une a la espiritualidad revelada general, que es substancial– mente para nosotros un aspecto de la historia de la salvación: la prospec– tiva histórica está así a la qase de la descripción de una espiritualidad». 9 Más aún, toda espiritualidad está a la base de una experiencia singular de Dios y del mundo en un hombre concreto, que vive o ha vivido en un contexto histórico determinado. En nuestro caso, ese hombre es Francisco de Asís, y el contexto histórico, la Edad Media del siglo XIII. Es preciso, pues, para una verdadera interpretación usar el método «Sitz im Leben», confrontando vida y palabras, que expresan lo esencial de su experiencia, con la situación histórica de su tiempo. Esta aproxima– ción a la experiencia de san Francisco, por paradógico que pudiera parecer, nos lo acerca más a nosotros y a nuestro tiempo. Este era a grandes rasgos el momento histórico en el que aparece y vive san Francisco: a) La dinzensión religiosa se caracteriza por la difícil situación de la Iglesia jerárquica, las formas de vida religiosa cifradas principalmente en el monaquismo y en la ,,vida apostólica» de los Canónigos regulares, la piedad o «devotio» popular, el culto a la Humanidad de N. S. Jesucristo. especialmente de la Pasión, el espíritu de penitencia, las escuelas de espi– ritualidad, los movimientos de vuelta al evangelio, etc. A este respecto escribe el P. Sebastián López: «se vive en un deseo y afán de reforma de la Iglesia. Ordenes religiosas nuevas en las que el evangelio, la pobreza, la sencillez, la vida apostólica adquieren rasgos más destacados, consiguen mayor atención, y movimientos más o menos ortodoxos en su radicalidad, que apuntan a los mismos: Cátaros, Valdenses, Humillados, etc. Las pági– nas más fronterizas del evangelio, las de mayor riesgo y, por lo mismo, las más características, vuelven a ser leídas en toda su original dureza. Francisco nace al calor de este ardor evangélico y a la prisa de esta urgencia». 10 · b) En la dinwnsión político-religiosa tenemos, como muestras más visibles de aquel tiempo, el contraste entre pontificado e imperio, la res– tauración del· derecho romano, el derecho canónico como ciencia Y como institución, la «cristiandad» corno unidad política y religiosa, cuyas expre– siones máximas fueron las Cruzadas y la Inquisición. ' P. ZERBI: Discorso conclusivo, en o.e., pp. 245 ss. ' A. GHINATO: Spiritualita francescana, Roma 1972, p. 3. rn SEBASTIÁN LóPEZ: El carisma franciscano, en Ver Vid 30 (1972) 5. 293

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