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también a los usos y costumbres, formas y estructuras de su organizac10n, como podrían ser el vestido, la penitencia, el uso del dinero, la forma de vida ambulante, la mendicidad, etc. Y no tanto porque no sean posibles hoy día estos comportamientos sociales y esas formas de organizar la convivencia del grupo primitivo, cuanto porque ya no tienen el mismo significado en la experiencia cultural actual, muy distinta en estas mani– festaciones a la de la Edad Media. Enunciados estos dos criterios que recortan el campo de nuestras posi– bilidades y de nuestros sueños perfeccionistas, pódemos señalar un tercer criterio que nos indica qué es san Francisco para los hombres del siglo xx: una fuente de inspiración y una llamada permanente .3. vivir en radicalidad el proyecto evangélico que él vivió y proclamó más con su vida que con sus palabras; proyecto evangélico que es válido para todas las generaciones y para todos los tiempos y cuyas exigencias están vivas y actuales en la experiencia del Santo; Esta consideración nos lleva a descubrir otro criterio, el cuarto, según el cual la trasmisión del carisma de san Francisco o la participación en él se hace más por experiencia de vida que por mero conocimiento histó– rico. Es decir, se trata de «asumir» hoy a Francisco; de «re-presentar», o lo que es lo mismo, de hacer de nuevo presente en nosotros y en nuestro mundo su experiencia, y esto se hace únicamente, creemos, cuando trata– mos de encajar nuestra propia experiencia, que tiene sus leyes de inter– pretación y sus centros de interés, «en la suya, en la de su vida y de su época». 6 * * * Para una fiel interpretación de esta criteriología es pr\'!ciso tener en cuenta la encarnación del carisma en el contexto histórico que vivió san Francisco de Asís y la superación de dicho momento histórico para dar respuesta al presente. La investigación histórica de los últimos ochenta años sobre san Fran– cisco y el movimiento franciscano, objeto del ·congreso celebrado en Todi en 1968, como hemos indicado más arriba, versó «sobre una extensa gama. de problemas: desde los biógrafos modernos del Santo a la nueva valora– ción de sus Escritos; de sus relaciones co.n los movimientos religiosos medievales a sus relaciones con el Cardenal Hugolino y la Curia Romana; de las interpretaciones del Cántico de las Criaturas a la incidencia de la expresión humana y religiosa del Santo sobre la piedad poplllar». 7 Lo que nos interesa en este comentario es decir que la encarnación del carisma franciscano o, si se prefiere, de la espiritualidad franciscana en su dimen- 6 LOUIS ANTOINE: La experiencia franciscana. Santiago de Chile.. Col. Luz de Asís, '.! (Cefepal), 1974, Introducción. 7 S. DA CAMPAGNOLA: Le origini francescáne como problema hl_storiografko, Perusa 1974, p. 307. 292
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