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I Para un correcto desarrollo del tema «San Francisco de Asís, hoy», nos parece imprescindible señalar, en primer lugar, cierta criteriología que dirija la actitud hermenéutica de aquel que quiera llegarse hasta él, para saber en qué aspectos san Francisco es irrepetible y en cuáles puede ser punto de referencia, en relación con la cultura y experiencia mo– dernas.2 Me parece importante comenzar diciendo que el movimiento francis– cano se personaliza más que cualquier otro movimiento histórico en la figura de su inspirador: Francisco de Asís. «Más que los textos, es él In fuente de un dinamismo abierto, un llamamiento incesante a lo mejor que tiene en sí mismo». 3 Por esta razón la actitud con que hay que acercarse a él tiene que ser una actitud crítica, que sepa discernir entre lo personal, propio y pecuiiar de su vida y el proyecto evangélico al que dio vida para los seguidores de todos los tiempos. Hecha esta constatación preliminar, podernos ya enumerar los criterios de interpretación franciscana. El primer criterio consiste en reconocer que lo que san Francisco vivió, pero, sobre todo, la forma en que lo hizo, pertenece a lo intrasferible del carisma concedido por el Espíritu a aquel Poverello de la Umbría. «Sólo él es y será Francisco de Asís. La historia no conoce duplicados en tal sentido. Los arquetipos, so pena ele dejar de serlo, son únicos y precisa– mente por serlo en esto descansa su poder de atracción».' 1 El segundo criterio lo ponemos en la imposibilidad de imitar a san Francisco a la letra, como dice el Espejo de Perfección que hacía fray Juan, un campesino llegado a la Fraternidad, «hombre de tanta sencillez. que se creía obligado a practicar cuanto Francisco hacía. Así que cuando el Santo estaba en alguna iglesia u oraba en cualquier otro lugar, el com– pañero procuraba observarle, para conformarse en todo con sus gestos y acciones. De modo que si el Santo se arrodillaba, o levantaba las manos al cielo, o tosía, o suspiraba, él hacía también lo mismo». 5 Esta imposibilidad, que reclama este segundo criterio de interpreta– ción, no se refiere sólo a la forma existencial de vida que él llevó, sino 2 B. LONERGAN: Method in Theology, New York 1972. El autor estudia la nueva teología metódica y su relación con la cultura moderna. , T. MATURA: ¿Puede revivirse hoy la aventura franciscana'!, en Sel Fran n. 9 (1974) 285. 4 T. MATURA: ¿Puede revivirse hoy ... ?, l. c.. pp. 277 y 282. 5 Espejo de Perfección, c. 4. 291

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