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su actitud lo que implica la contestación de un orden q_ue se niega a reconocer ,como el mejor y definitivo». 31 En el mismo sentido se expresa T. ·l\1atu:rai «No busquéis en los escritos del Santo o en los de sus primeros biógrafos huellas c;le una crítica .verbal, de declaraciones desabridas ·o de simples gestos de violencia, lo mismo respecto a la Iglesia que a la socie– dad. Sin embargo, en los movimientos evangélicos precedentes no faltaron lai acé'rbas· críticas, l9s anatemas e incluso los desgarrones de fa misma. Iglesia. Francisco obró de otro modo; cíerto que llevó a cabo la revolución, pero éreando algo nuevo. Nunca maldijo a los ricos, pero se hizo pobre; no rompió con la Iglesia, pero vivió en su seno la libertad y la pureza del evangelio; .no alzó una clase en contra. de la otra, pero estableció una situación .en donde la iucha carecía de sentido». 32 En resumen, Francis·cü' de Asís respondió a las necesidades de su tiempo con una experiencia radical de fe. Hoy podemos· hacerlo presente entre nosotros más que por mero conocimiento teórico, haciendo nuestra su experiencia de vida. · · ,1 w. CH. VAN DIJK: El franciscanlsmo, contestación permanente en la Iglesia, en Sel Fran n. 3 (1972) 31. .. · . . ,, T. MATURA: Francisco de A.sis, una'··répllca··en nombre ·del EvlllÍael,io, en SerFran n. 1 (1972) pp. 20 SS. : . . . ' . 302

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