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(1 R 9; 2 R 6). V dentro de Ía fraternidad, san Fr::tndsco 1mpíantó ei diálogo de todes los hermanos en una estructura de participación llamada capítulos, donde todos y cada uno debían asumir su parte y también su responsabilidad. Así se ccmvertía la fraternidad en el lugar del encuentro, de la reconciliación y de la comunión. Hoy que los hombres buscan esferas vitales donde participar, ser per– scmas, ser libres, la experiencia franciscana puede prestar un servicio en– trañable y preciáso. «La existencia de un grupo fraternal, en el seno de una sociedad a menudo impersonal, tecnocrática, privada de calor y que amenaza los valores capitales (libertad, personalidild, relaciones inter– humanas), es un signo de esperanza y también una salvaguardia necesaria. También en este punto el carisma franciscano tiene una oportunidad úntca: de _afirmarse y expansionarse, pues nunca. la \.'erdadera fraternidad, el verdadero encuentro del homhre ha sido, ai mismo tiempo, tan deseado y tan amenazado». 29 Pero es que lo mismo ocurría en tiempos de san Francisco y él, en vez de cambiar el orden social, cambió la mentalidad del hombre, en cuanto abrazó a todos como hermanos y hennanas. Tanto fue así que, «con sólo oír la estrofa sobre la paz del Cántico del Hermano Sol, los hombres se sentían desarmados y reconciliados con los hermanos. Así indujeron a des– armar a un mundo ·belicoso, como jamás se ha desarmado después». 30 * * * Estos principios claros y decisivos en la solución histórica del siglo XIII por parte de san Francisco de Asís pueden ser también los mismos que nuestra sociedad necesita al pasar por situaciones análogas. Pero tal vez sea necesario recalcar, para terminar, la forma en que fueron implantados, cuando hoy se insiste tanto en los métodos revolu– cionarios y en el cambio de estructuras. San Francisco rechazó la dictadura de la autoridad absoluta, la dicta– dura del dinero y la dictadura de los totalitarismos en el orden establecido y sociedad inmutable. Creó un mundo nuevo, incluso para algunos utópico, pero hacia el que camina la sociedad sin desmayo y en medio de grandes dificultades y contradicciones. ¿ Cómo hizo esto Francisco? Sin ir contra nadie, sin dar jamás un juicio o una condenación. El quiso ser un hombre de paz y de reconciliación e insistió más en el cambio del corazón que en el de las estructuras, aunque éstas deben ir cambiando a la medida que el corazón cambia y así lo hizo él con las estructuras de la Fraternidad. «Francisco, escribe Van Dijk, no contesta nunca, no critica a nadie, no condena nada. Simplemente vive de otro modo, actúa de otro modo siendo " T. MATU.RA: . ¿Pui;de revivirse hoy la aventura franciscana?, 1. c.,. p. 284. 30 S. CLÁSEN: :Fr'ancisco de Asís y la cuestión social, l. c., p. 271. 301

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