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Nótese el inciso· despectivo sobre la Regla no bulada, cuyo texto no debió de conocer san Buenaventura. En las otras fuentes, el dramatismo de la escena es mucho mayor: los ministros, enterados de que el Santo está escribiendo una nueva Regla, acuden a fray Elías y junto con él se presentan a Francisco para hacerle saber que ellos no están dispuestos a aceptar una Regla demasiado exi– gente. Entonces Francisco se pone en oración y se deja oír la voz de Cristo: -Francisco, nada de cuanto hay en la Regla es tuyo; todo lo que hay en ella es mío. Y quiero que esta Regla sea observada a la letra, a la letra, a la letra, sin glosa, sin glosa, sin glosa... 1 Es patente el tono legendario y polémico del relato. Con todo, parece innegable el hecho de que esa nueva redacción presentada por Francisco no agradó a fray Elías y a los ministros, sea porque contenía cosas que a ellos les parecían demasiado heroicas, como parecen indicar las fuentes dependientes de fray León, sea porque faltaban en el texto ciertas medidas de buen gobierno que ellos consideraban necesario, como es muy probable. El descuido de fray Elías, que dejó perder la Regla, es claro que fue un recurso intencionado para evitar que aquel texto fuera presentado, así como estaba, a la aprobación del Papa. Angel Clareno, a quien llegó ya muy fantaseada la tradición del suceso, afirma que los ministros, cuando ya el nuevo texto estaba redactado, «se lo sustrajeron furtivamente a fray León, que guardaba consigo la Regla entregada por san Francisco, y la escon– dieron, pensando que de esta forma impedirían el propósito del Santo de presentarla al sumo Pontífice para hacerla aprobar» (Hist. septem tribula– tionum, p. 69; Expos. Reg., p. 9). Francisco no se desalentó ante la oposición de los prudentes; quizá, humilde como era y abierto al pensar ajeno, supo valorar la parte de razón que les asistía. Volvió al mismo eremitorio y redactó otro nuevo texto; éste debió de ser examinado en el capítulo de 1223 y, después de nuevos retoques que Francisco discutió personalmente con Hugolino y con el Papa Honorio III, recibió por fin la aprobación con la bula Solet annuere de 29 de noviembre de 1223. II. OMISIONES IMPUESTAS AL FUNDADOR ¿Cuáles fueron los puntos concretos objeto de ese forcejeo, doloroso para Francisco, por parte de los responsables del gobierno de la frater– nidad y aun, en parte, de la Santa Sede? Sobre todo, ¿en qué grado tuvo 1 LP 113; EP 1; Angel Clareno: Expositio Regu)ae, ed. L. Oliger, Quaraccbi 1912, p. 9, 127; A. Clareno: Historia septem frlbulationum, ed. A. Gbinato, Roma 1959, pp. 58..61; Chronlca XXIV Generallum, en Anal. Franc., 111, Quaraccbi 1897, p. 29. 168
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