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Veamos lo que nos dicen las fuentes biográficas: San Francisco profesaba tanta reverencia y devoción al Cuerpo de Cristo, que quiso escribir en la Regla que los hermanos, en las regiones donde morasen, tuvieran de él el mayor cuidado y atención, y que exhortaran y predicaran a los clérigos y sacerdotes que colo– caran el Cuerpo del Señor en lugares dignos y convenientes; y si ellos no lo hacían, quería que lo hicieran los hermanos... Asimismo, por razón de esa reverencia al santísimo Cuerpo y Sangre del Señor, quiso poner en la Regla que todo escrito con las palabras y los nombres del Señor, por medio de las cuales se hace el santísimo sacramento, cuando los hermanos las encontraran de– jadas en lugares inconvenientes o dispersas en sitios no decentes, las recogieran y las colocaran con honor, para honrar al Señor en las palabras que :Él habló... No lo escribió en la Regla, sobre todo porque los hermanos mi– nistros no creyeron conveniente que se impusiera eso a los herma– nos en forma de mandato; pero el santo padre quiso, no obstante, dejar su voluntad clara sobre esos puntos en el Testamento y en otros escritos suyos (LP 80; EP 65). Se ha supuesto que la razón de la oposición de los ministros a la in– serción de esas prescripciones era el temor a que ello originara dificulta– des con el clero secular. Más bien soy del parecer que la razón está clara en el texto de la Leyenda de Perusa: no consideraron esos puntos como materia propia de un documento jurídico, tal cual debía ser la Regla, en el concepto de ellos. Y Francisco se habría avenido, aunque sin renunciar a su campaña en favor de la reverencia al Cuerpo del Señor y a sus palabras escritas. Ni es de creer que hubiera sido Honorio III quien las borrara del texto, ya que él mismo había publicado poco antes una notable bula insistiendo en los puntos de vista del Poverello y hasta en los mismos términos. Queda la duda de si fue Francisco el que influyó en ese documento pontificio o fue la publicación del mismo lo que des– pertó en él el celo por la debida conservación de la Eucaristía en los últimos años de su vida. 7 La voluntad de Francisco está bien clara en el Testamento. Recomienda, primero, la fe y la veneración hacia los sacerdotes, en atención, sobre todo, a su ministerio eucarístico, y añade: Y estos santísimos misterios quiero, sobre todas las cosas, honrar, venerar y colocar en lugares preciosos. Y los santísimos nombres del Señor y sus palabras escritas, dondequiera que las encontrare en lugares inconvenientes, las quiero recoger y ruego sean recogidas y colocadas en lugar decente. 7 Bula Sane cum oUm, 22-Xl-1219; texto en K. Esser: Ober lije Chronolo&ie..., p. 31 ss. 176

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