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396 J. MICÓ 2. LA. JERARQUÍA Y LAS FRATERNIDADES La reacción oficial ante estas Fraternidades fue siempre negativa. Además de negarles su existencia jurídica al no incluirlas en el Corpus Juris, cada vez que la autoridad local se preocupa de ellas es para denunciar abusos -o supuestos abusos- y condenarlas. Esta actitud de la jerarquía hacia ellas denota, en el fondo, una desconfianza absoluta, ya que suponían una amenaza para la institución. Estas Fraternidades representaban una nueva concepción del poder que se basaba en el pacto mutuo, lo cual vaciaba de sentido la obediencia feudal, con todo lo que esto suponía de desestabilización. En una sociedad jerárquica y vertical, en la que cada uno está ligado a superiores e inferiores sin tener en cuenta las relaciones entre iguales, el juramento mutuo de ayuda y fide– lidad supone una organización social solidaria que echa por tierra todo el sistema feudal. Las :Fraternidades, por su inspiración y por su lógica interna, son la negación de los «órdenes» como estructura cerrada. Si miramos la eclesiología de los «órdenes» del siglo xn, da la impresión de que están insistiendo en un arcaísmo ya superado. Incluso en la formación de los Comunes, el motivo evangélico en el que éstos se basan denota que no se consideraban subversores sino cumplidores de la ley de Cristo al pro– poner una sociedad igualitaria y fraterna. Al menos así lo expresan los fundadores de uno de esos Comunes: «Algunos de los nuestros, deseando no abrogar la ley sino cu..rnplirla, han hecho juramento común, con vistas al pi-opio gobierno, de que todo prójimo fuese protegido, en caso de nece– sidad, como un hermano.>> 3. FRANCISCO Y LA FRATERNIDAD Uno de los pocos caminos por el que se puede rastrear la identidad de la primitiva Fraternidad es el de las Fuentes. Pero hay que tener en cuenta que todas ellas fueron escritas cuando la Fraternidad se había convertido en Orden, por lo que sus autores tienden a describir los he– chos antiguos según el cuadro de las instituciones que ellos conocen y viven diariamente, cometiendo a veces anacronismos que ellos ni siquiera perciben. Por los materiales que nos ofrecen estas Fuentes, sobre todo las bio– gráficas, se puede deducir que la voluntad de Francisco al encontrarse con los primeros compañeros es formar una de esas fraternidades pia– dosas laicas en la que poder vivir el Evangelio de una forma gratifi– cante. El ambient~ social de los Comunes, en el que se había criado Fran-

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