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422 J. MICÓ 7. DE LA SUBSIDIARIBDAD A LA AUTONOML\ El rápido crecimiento de la Fraternidad fue el principal desencade– nante del proceso sufrido por el grupo. Incapaz de ir asimilando ade– cuadamente su acelerada transformación, el movimiento franciscano aca– bará ~onvirtiéndose en una Orden, cuya forma de vivir los valores originales será causa de conflicto para los que compartían con Francisco el proyecto de la primitiva Fraternidad. A medida que la Fraternidad va convirtiéndose en Orden, los medios jurídicos de que dispone van también aumentando, de modo que puede contar con un mayor control de los frailes y una mayor independencia frente al clero. Mientras se mantuvo itinerante y sin ambición de ocupar un puesto en la organización pastoral de la Iglesia, no se preocupó dema– siado por buscar la propia autonomía. Pero cuando percibió que tenía la suficiente fuerza para colocarse dentro de la estructura ministerial de la cristiandad, trató de ir consiguiendo todos los apoyos posibles para hacerse fuerte interiormente y ser eficaz en el apostolado. Así fue formando un aparato jurídico que controlara, incluso con penas canónicas, la marcha de la Fraternidad. Se proveyó de un equipo de predicadores capaz de satisfacer las más variadas necesidades apos– tólicas y, como exigencia, aparecieron los primeros Estudios de teología. La eficacia prevaleció, una vez más, sobre la minoridad. La intuición de Francisco de aportar a la Iglesia una vivencia humilde del Evangelio, donde la teología de la Cruz alimentara todo su ser y quehacer, quedó inservible para los objetivos de la Orden. De lo que se trataba era de organizar una Fraternidad que se adaptara a las necesidades de la Igle– sia y la nueva sociedad, y para ello ya no era suficiente vivir el Evan– gelio desde la debilidad, como pensaba Francisco, sino que hacía falta una potente organización que diera respuestas eficaces en el campo de la pastoral. IV. LA FRATERNIDAD COMO ALTERNIATIVA Francisco no tuvo nunca vocación de fundador; pero, al recibir como hermanos a los que venían a compartir su vida, comenzó a tejer una Fraternidad que, por su voluntad de vivir el Evangelio, chocaba con las formas sociales y eclesiásticas de su entorno. Y es que el hecho de pre– tender seguir a Jesús de una forma radical coloca al creyente, aun sin

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