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HIJOS DE DIOS, HERMANOS DE LOS HOMBRES 411 arnar mucho, ya que por lo que nos hacen obtenemos la vida eterna» (1 R 22, 1-4; 2 R 10, 9-12; 2CtaF 38). Profesar la Regla es. haberse decidido por el Evangelio de una forma absoluta. Gastar e, incluso, dar la vida por él es la consecuencia lógica de esta entrega. Por eso, «todos los hermanos, dondequiera que estén, recuerden que se dieron y abandonaron sus cuerpos al Señor. Y por su amor deben exponerse a los enemigos tanto visibles como invisibles; por– que dice el Señor: "Quien pierda su alma por mi causa, la salvará... Dichosos los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán... Dichosos sois cuando os odien los hombres, y os maldigan, y os persigan... y rechacen vuestro nombre como malo, y cuando os achaquen todo mal calumniándoos por mi causa. Alegraos en aquel día y regocijaos, porque vuestra recompensa es mucha en los cielos"» (1 R 16, 10-16). Si afrontar con amor el odio y la persecución por causa de Cristo resulta duro, todavía lo es más cuando viene de alguno de nuestros her– manos. La obediencia al Evangelio tiene sus mediaciones; y la autoridad es una de ellas. Pero la que decide en último término cuál debe ser la verdadera obediencia es la propia conciencia, y esto puede causar con– flicto cuando no coincide con la decisión de la autoridad. En este caso se impone la objeción de conciencia como gesto de fidelidad al Evangelio prometido. Por ello recuerda Francisco que, si llegara tal caso, no se abandone la Fraternidad. « Y si por ello ha de soportar persecución por parte de algunos, ámelos más por Dios. Porque quien prefiere padecer la persecución antes que separarse de sus hermanos, se mantiene verda– deramente en la obediencia perfecta, ya que entrega su alma por sus hermanos» (Adm 3, 8s). 3. HERMANO DE LAS CRIATURAS La Fraternidad, para Francisco, no se agota en las personas. También las cosas han salido de las manos y del corazón ele Dios, y por eso man– tienen su parentesco con los hombres. El Dios familiar y trinitario es el creador de todas las cosas, espirituales y corporales; especialmente del hombre, hecho a su imagen y semejanza (1 R 23, 1). Esta certeza fontal ele que todas las cosas vienen de Dios y se mantienen en su amor creador que llamamos providencia, es la que llevó a Francisco a experi– mentar toda la vida creatural como un don. Los que llegan a la Frater– nidad para compartir su proyecto son hermanos dados por el Señor (Test 14). Todos los cristianos y cuantos habitan el mundo entero son
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