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408 J. MICÓ del hombre (1 R 22, 5-8). Por eso el amor fraterno tiene que ser v1g1- lante para que podamos realizar el proyecto evangélico que hemos pro– metido al Señor. Dentro de este ambiente de ayuda mutua se enmarca la obediencia. La corrección fraterna no es exclusiva de la autoridad Es una responsabilidad que tienen todos los hermanos de preocuparse por el progreso espiritual de la Fraternidad y de cada hermano en particular. Por eso se establecen mecanismos, como los Capítulos, para que este servicio, propio de todos los hermanos, pero especialmente de los que detentan la autoridad, pueda realizarse de forma eficaz (1 R 5, 2-6; CtaM 14. 18; Test 31-33). El pecado, desgraciadamente, es una realidad con la que debe contar la Fraternidad. Por eso conviene no multiplicarlo escandalizándose fari– saícamente, ya que entonces nos estamos apropiando de lo que pertenece a Dios: el sentirse ofendido y juzgar (Adm 11, 1-4). Francisco advierte a los hermanos, tanto ministros y siervos como a los otros, que se guarden de turbarse o airarse por el pecado o el mal del hermano, pues el diablo quiere echar a perder a muchos por el delito de uno solo; más bien, ayu– den espiritualmente, como mejor puedan, al que pecó, ya que no nece– sitan de médico los sanos, sino los enfermos (1 R 5, 7s). La Carta a un Ministro es, una vez más, un claro exponente de la actitud de Francisco ante los pecadores. La respuesta que da a este Pro– vincial, angustiado por la actitud de algunos hermanos, es un modelo de comprensión y acogida fraterna: «Que no haya en el mundo hermano que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de ti, después de haber contemplado tus ojos, sin haber obtenido tu misericordia, si es que la busca. Y, si no busca misericordia, pregúntale tú si la quiere. Y, si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, ámale más que a mí, para atraerlo al Señor; y compadécete siempre de ellos» (CtaM 9-11). Aunqu~ este sea el modelo a seguir en el trato con los hermanos, no siempre somos capaces de realizarlo. Por eso no es extraño que el mismo Francisco, tan comprensivo con los fallos de los demás, caiga también algunas veces en la misma trampa. La dureza con que trata a algunos hermanos cuando se obstinan en no querer comprender que su conducta es incorrecta (Test 31-33; CtaO 44), no llega a explicarse del todo, a no ser que se tratara de casos límite o su enfermedad le impidiera abor– darlos con serenidad. 2. HERMANO DE TODOS Las relaciones fraternas no se reducen al ámbito de la Fraternidad. Francisco trata de realizar en ella lo que Jesús anuncia como la novedad
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