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«CON LIMPIO CORA7,ÓN Y CASTO CUERPO» 49 El amor de Dios, hecho ternura y acogida para cuantos carecen de todo aprecio, es para los seguidores de Jesús una llamada tan apremiante y clara, que les seducirá hasta no poder vivir sino en ese mismo amor. Pospuestos los restantes amores, harán del amor misericordioso de Dios la única razón de sus vidas, convirtiéndose, como lo fue Jesús, en pará– bolas del Dios amante. 2. EXIGENCIAS DE LA CASTIDAD POR EL REINO La aceptación del don de la castidad celibataria no afecta solamente a los no casados. Entre las condiciones que enumeran los sinópticos para seguir a Jesús está el odio y el abandono de la propia mujer; son dos perícopas en las que aparece el tema del celibato, aunque de una forma velada. La propuesta ele Jesús es clara: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío» (Le 14, 26); y: «Nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, quedará sin recibir mucho más» (Le 18, 29-30). Esta radicalidad no puede ser asumida por todos sino 'en casos excepcionales, cuando está en peligro la propia fe. Sin embargo, aquellos pocos a los que se les ha dado el comprender este valor sí que deben aceptarla como un reto que les hace Jesús para poder seguirle. Para los que han optado por el celibato, esta exigencia de abandonar o no tomar muj'er está enmarcada dentro de un esquema más amplio de familia; y sería ingenuo ignorar que las instituciones y modelos culturales relacionados con la afectividad -la sexualidad, la pareja, la familia- son lugar de grandes liberaciones, pero también uno de los ámbitos privile– giados para la opresión y el condicionamiento ideológico, de modo que limitan la plena autonomía y la libre opción por causas más generales y decisivas. En esto, las instituciones afectivas son muy semejantes a las instituciones de poder y económicas. Despliegan una tal trama de influencias y controles, que resulta imposible salir de su propio oerco; y cuando alguien lo consigue, tratan por todos los medios de «recupe– rarlo». En los Evangelios aparecen los elementos necesarios para hace:mos una idea sobre la familia judía y los poderosos medios de que disponía para modelar culturalmente a sus miembros. La misma familia de Jesús es presentada como un clan preocupado por la ortodoxia de las costum– bres y modos de pensar de los suyos. Su madre, hermanos y hermanas tratan de «recuperarlo», considerando que se ha salido del ámbito de su influencia al dedicarse a predicar de una forma nueva y extraña la anti-
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