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«CON LIMPIO CORAZÓN Y CASTO CUERPO» 67 de símbolo aplicándola a las criaturas. Así, la hermana agua, además de ser útil, humilde y preciosa, es también casta (Cánt 7), lo mismo que la hermana ceniza (TC 15); y Francisco se dirige a las tórtolas silvestres que un muchacho llevaba para vender, diciéndoles: « ¡Oh hermanas mías tórtolas, sencillas, inocentes y castas!» (Flor 22). La castidad, pues, más que una virtud temerosa, es la actitud del que conoce la debilidad humana y sabe que n·ecesita integrar su sexualidad en ese proyecto de vida que ha prometido al Señor; proyecto que implica la voluntad de asimilar la novedad del Reino que nos permite andar con transparencia en la presencia del Señor. 3. FRANCISCO Y LO FEMENINO Masculinidad y feminidad son dos formas de expresión del ser humano que, de algún modo, cohabitan dentro de cada persona. Los psicólogos del profundo dicen que en toda personalidad humana hay un componente mas– culino (animus) y otro femenino (anima). El ser humano, para Hcgar a ser tal, necesita llevar al nivel de lo consciente esta armonía, cosa que resulta difícil por los roles culturales que se asignan al hombre y a la mujer, de modo que d varón sólo es consciente de su función masculina, mientras 4.ue la femenina permanece en el inconsciente; lo contrario sucede a la mujer. Este despertar del componente femenino en el hombre, y del mascu– lino en la mujer, sólo es posible si existe una sana relación de amor y de amistad con una persona del sexo opuesto. ¿Fue así -en Francisco? Al escribir sobre héroes o santos existe siempre la tendencia a exaltar sus virtudes en grado máximo. Leonardo Boff, por ejemplo, dice que «en Francisco encontramos una de las más afortunadas síntesis elaboradas por la cultura occidental y cristiana. En él se da todo el vigor del animus y, al mismo tiempo, admiramos una extraordinaria expansión del anima». Sin embargo, no está todo tan claro como quisiéramos, sobre todo cuando los testimonios de los biógrafos, e incluso algunos fragmentos de sus Escritos, nos inducen a pensar en un Francisco temeroso de la mujer. El cuadro hagiográfico en que se nos presenta a Francisco requiere una «lectura» que se acerque a la realidad, de lo contrario nos quedaríamos con un santo admirado de Clara y amigo de Jacoba, pero enemigo pato– lógico de todas las demás mujeres. a) Relación con las mujeres A primera vista, la descripción que nos hace Celano de la relación de Frandsc0 con las mujeres no puede ser más negativa: «Mandaba que se evitasen a toda costa las melosidades tóxicas, es decir, las familiaridades

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