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276 J. MICÓ Por una parte está la interpretación «victimista», representada por Paul Sabatier en su célebre Vida d,e S. FranciS:co idle Asís, donde se acen– túa la actitud de rebeldía del Santo frente a la Iglesia institucional, y su progresiva «domesticación» por parre de la Curia romana, hasta hacerle entrar por los cauces tradicionales de· la vida religiosa, que constituían el entramado de la reforma eclesial que habían emprendido lnocencio 111 y, después, Honorio 111. Según Sabatier, Francisco habría tratado de asumir este proceso, aun en contra de su voluntad,. intentando autoconvencerse de que lo propuesto por la autoridad de la Iglesia era la voluntad de Dios sobre su persona y su Fraternic!ad. Este autocontrol se manifestó en una actitud obedien– cial, expresada principalmente en las Admoniciones, que superó el conven– cimiento proporcionado por su propia experiencia. La tensión que le pro– ducía este autocontrol se fue acumulando hasta que, próximo ya a su muerte, estalló en un manifiesto, que hoy conocemos como el T~tarmento. Haciendo. uma• relectura interesada del famoso , texto de Francisco~ «Cuando el Señor· me dio hermanos, nadie me enseñaba lo qa.e debía hacer» (Test 14)., Sabatier describe al Santo tomo un hombre liberal :capaz de seguir el Evangelio, en contraposición a la tradición convencional; un .creyente. que,. prefiere, seguir la ley del espíritu por encima del ·derecho eclesiástico,;, un, «profeta»;· en definitiva, denunciador de la incoherencia de lfü institución. eclesial, pero que·tiene que ren:dirse ante la opresión del «sacerdocio». Francisco fite víctima, según Sabat-i1tr; del poder ·absolutista de la ,Iglesia, .encamado en Jos· papas Inocencia III y Honorio IIL . La otra: interpretación, capitaneada en los liltimos tiempos por K. Es– ser y que podríamos llamar «obediencialista», defiende la completa sumi– sión de Francisco a la Iglesia hasta unos límites rayanos en la obediencia ciega a la jerarquía, descartando cualquier problema entre el proyecto de Francisco y el de la Curia, por ser el mismo Santa el que; en momentos conflictivos para la Fraternidad y de una forma voluntaria, acudió a Roma con el fin 'de buscar soluciones. Esta propuesta la basan en las propias Fuentes franciscanas, ya que todas ellas apoyan esta reverencia especial· del Santo ·a Ia Igl•esia jerárquica, silenciando cualquier posible enfrenta– miento. Efectivamente, en las Fuentes se refleja la devoción de Francisco a la Iglesia, mientras que se silencia cualquier relación conflictiva con la misma. Pero este es un problema antiguo· de «lectura» de las Fuentes, consistente en interpretar a Francisco «solamente» a partir de ellas y sin ninguna referencia al contexto histórico en el que se dieron los hechos. Si bien es verdad qt,1-e en las Fuentes sólo aparece la relación positiva de Francisco con la Iglesia, también lo es que el proyecto· evangélico, de vida:
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