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300 J. MICÓ como expresión de la única verdad a la que todas las demás instancias teman que referirse. De este modo se convertia en· intérprete y adminis– tradora de la ley divina y humana, utilizando esta prerrogativa como justificación ,de su· poder soberano. Toda la Cristiandad se convertía así en una ..-:specie ·de sociedad teocrática en la que el• •Papa, como represen– tante ue u10s, hacía vaier los pnncip1os, deduci<ios de la fe y engrosados con la propia iaeologia, por J.os que se tenían que regir todos los pueblos. ~i bien .es ver:4ad, que .la lglesia .debe gar.antizar las .formas :de entender el m1steno salv.ad.or .para"'poder vivirlo .de un modo adecuado a la realidad mvina y no quedarse en una pura subjetividad, también lo es ,que siempre ha existido la .tendencia ,por parte de la ilglesía oficial a confundir .su ma– nera ~rsonal, y por tanto limitada, de comprender el sistema .de valores fu."1dame.ntales .del cristianismo con la realidad .ob,jetiva de los mismos. t>e es-te. modo, ;quedan .cpnvertidos .en oficiales, ,al pretender. que sean las únicas y auténticas ex.presiones C? formulaciones ;de la ie .de la, Iglesia. En realidad, la tradición -teológica ha-.mantenido siempre una matizada jerarquización de estas «verdades» .en cuanto a exigencia de asentimiento por parte de ios fieles; pero éstos no han distillguido, genera:lmente, las puntillosas distinciones, •te()lógicas,, sino que han metido en el mismo saco toda la doctrina de la Iglesia como objeto de fe al que se debe obediencia. La fe de Francisco se modeló en este ambiente como una fe eclesial popu– lar, en la que su proximidad a Roma favorecía este asentimiento familiar a la Iglesia. Por tanto, ·no es de ex·trañar ,que la viviera de .una forma pacífica y sencilla, sin ·plantearse cuestiones que no venían al caso por– que no se daban los problemas que fas suscitasen. Asís y sus contornos no estaban amenazados por la herejía de un modo serio; de ahí que las posfüles dudas sobre Ja fe · eclesial estuvieran fuera ..de contexto. Sin embargo, no toda la Cristiandad pensaba así. klgunos grupos eva:n– gélicos habían llegado a disentir de ciertas «verdades» que para la Iglesia de Roma eran, fundamentales, pero que para ellos no lo eran tanto; el resultado de esta diversidad en entender y confesar la ,propia 1 lfe, peto sobre todo en llevarla a la práctica, fue su expulsión como herejes de la comunidad eclesial. Cuando Inocencio III trató qe reintegrarlos, puso como condición indispensable para ,ser ap:i;obadCils por ;la Curia el que hicieran uná profesión de fe. Durando de Huesca, proveniente del valdis– mo, llegaba a Roma en 1210 para que se ,le aprobara, su :movimieu,to, .pero antes tuvo que hacer dicha profesión en las propias manos del Papa. La profesión dice así: '-'Yo, .D.utaJ;ldo -de H1,tesca, entre -tus man9s consagradas, .oh Sumo Pon– tifice Señor Inocencia, jnvoco .. a Dios coi:no testigo de .que creo simple y verdaderamente en todo aquello que está aquí escrito y no creeré nunca

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