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LA SANTA MADRE IGLESIA 287 obispos que extremaran su responsabilidad y vigilancia continua para que los focos de herejía no se extendieran al pUtfülo. De este modo se com– prende. por una parte, la actitud recelosa de los prelados y, por otra, la ansiedad de los hermanos por buscar respaldo en la Curia con el fin de poder desarrollar con normalidad su :ministerio. En este sentido son varias las ,bulas que les concedió Honorio HI, por medio de Hugolino, explicando a todos los obispos que se tr;;i,taba de una Fraternidad apro– bada y fiel a la Iglesia, por lo que no ,debían ,impedirles su apostolado («Cum dilecti filii», 11-6-1219; «Pro 'dilectis filiis», 29~5-1220). Francisco no compartía esta actitud, sino que prefería convencer a fos prelados con el ejemplo de un · seguimiento menor de Cristo, aunque tuviera que sufrir la incomprensión e, incluso,· la •:misma persecu:ción: y el destierro. La prohibición de pedir privilegios a la Curia (Test 25) evi– dencia que hasta el tíltimo momento mantuvo esa disposición ante los obispos, a pesar de que limitara su libertad a fa hora de evangelizar (2 Cel 147). 3. FRANCISCO Y LOS SACERDOTES La profundización de sus relaciones con el· clero está determinada por su p~o~e~o de conv~sión: pe un respeto al sacerdote, natural en cualquier laico medieval, pasó a una búsqueda de protección clerical, que fue con– virtiénd~se progresivamente en véneradón: por los qµe hacen posible 1~ presencia sacramental de Jesús entre nosotros. · Su devoción incondicional al sacerdote está marcada, acÍémás del res– peto al ministro sagrado propio de una sociedad sacral, por una voluntad · de ortodoxia en contraposición, a Iós movimientos religiosÓs pdpularés, caracterizados por un anticlericalismo contestatario.·El a:centuar la ética sacerdotal como fuente y condicionante del poder pastoral y sacramental, había llevado a ·estos movimientos a relativizar y d~spreciar su :misi6n, sobre todo en aquellos pobres sacerdotes que llevaban una vida impropia de su dignidad. Ante este. peltgroso corrimiento, por parte -de los herejes, del desprecio de la persona a la negación del poder ministerial, Francisco tratará 1 de defender 'este últhno ipor encima de la persona del sacerdote: Así confiesa en la Carta a todos los fieles que debemos venerar y reveren'ciar a los cléri~os. no tanto por ellos mismos; si. son pecadores, sino ·por el oficio ,v la administración del santísimo cuerpo y sangre del Señor, que sacrifican en· el altar, reciben y 'administran a los otros (2CtaF 33): Esta función los exime ele tótfo juicio· aespreeiativo, )')rlesto' qúe; por

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